Cuéntenos, Don Pablo...
¿cómo fue que Ud. partió a los 23 años a Rangoon, a asumir su primer cargo consular...?

Después de muchas esperas y tramitaciones... un día mi
amigo Bianchi me preguntó:

¿No sale
aún tu
nombramiento?

Me tomo de un brazo y subimos las escaleras de mármol.
Yo estaba tan sorprendido que no podía hablar .....

Por primera vez veía a un Ministro de Relaciones Exteriores. Este era muy
bajito de estatura y para amortiguarlo se sentó de un salto en el
pupitre.

Mi amigo le refirió mis impetuosos deseos de salir
de Chile.

El Ministro tocó uno de sus muchos timbres y pronto apareció un
funcionario y el Ministro le preguntó:

-¿Qué puestos están vacantes en el Servicio?

El funcionario dio los nombres de varias ciudades diseminadas por el mundo,
de las cuales sólo alcancé a pescar un nombre que nunca había oído o leído
antes: Rangoon ...

-Dónde quiere ir Pablo? -me dijo el ministro.
-A Rangoon -respondí sin vacilar.
-Nómbrelo -ordenó el ministro a mi protector, que ya corría y volvía con el
decreto.
Había un globo terráqueo en el salón ministerial. Mi ami-
go Bianchi y yo buscamos la ignota ciudad de Rangoon.
El viejo mapa tenía una profunda abolladura en una
región del Asia y en esa concavidad lo descubrimos.

-Rangoon. Aquí está Rangoon . . .

Pero cuando encontré a mis amigos poetas, horas más tarde, y quisieron celebrar
mi nombramiento,
resultó que había olvidado por completo
el nombre de la ciudad.

Sólo pude explicarles con desbordante
júbilo que me habían nombrado cónsul en el fabuloso Oriente y que el lugar
al que iba destinado se hallaba en un agujero del mapa.


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