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XIV
LOS HOMBRES
Qué
lejos, lejos, lejos continuamos,
nos alejamos de las duras máscaras
erigidas en pleno silencio y nos iremos
envueltos en su orgullo, en su distancia.
Y para qué vinimos a la
isla?
No será la sonrisa de los hombres floridos,
ni las crepitantes caderas de Ataroa la bella,
ni los muchachos a caballo, de ojos
impertinentes,
lo que nos llevaremos regresando:
sino un vacío oceánico, una pobre pregunta
con mil contestaciones de labios desdeñosos.
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