LOS ENEMIGOS
Ellos
aquí trajeron los fusiles repletos
de pólvora, ellos mandaron el acerbo
exterminio,
ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,
un pueblo por deber y por amor reunido,
y la delgada niña cayó con su bandera,
y el joven sonriente rodó a su lado herido,
y el estupor del pueblo vio caer a los muertos
con furia y con dolor.
Entonces, en el sitio
donde cayeron los asesinados,
bajaron las banderas a empaparse de sangre
para alzarse de nuevo frente a los asesinos.
Por esos muertos, nuestros
muertos,
pido castigo.
Para los que de sangre
salpicaron la patria,
pido castigo.
Para el verdugo que mandó
esta muerte,
pido castigo.
Para el traidor que ascendió
sobre el crimen,
pido castigo.
Para el que dio la orden
de agonía,
pido castigo.
Para los que defendieron
este crimen,
pido castigo.
No quiero que me den la mano
empapada con nuestra sangre.
Pido castigo.
No los quiero de embajadores,
tampoco en su casa tranquilos,
los quiero ver aquí juzgados
en esta plaza, en este sitio.
Quiero castigo.
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