La biografía o autobiografía más entera y autorizada de Neruda está en su poesía. Es ciertamente más reveladora que todos los libros escritos sobre el poeta, incluso que esa fragmentaria y estupenda colección de remembranzas personales que tituló con inocente jactancia Confieso que he vivido.

Característica suya es la intensidad. Todo lo vivió a fondo. Respondió a cuanta solicitación fuerte le vino del cuerpo y del espíritu. Escuchó todos los llamados cardinales de su tiempo, del ámbito natural y político. Se entregó sin reservas al goce y descubrimiento del universo físico. Asumió con ardor su deber ciudadano. Ejerció a plenitud su condición irrenunciable de residente en la tierra. Miembro activo del siglo XX, se empeñó en mejorar la suerte del pueblo. Invitó al hombre olvidado a acompañarlo. "Sube a nacer, conmigo, hermano".

El lírico de las fiestas bárbaras del amor emprende en Canto General una entrada suntuosa al campo de la épica. En clave contemporánea se compara su voz con las de Hesíodo, Lucrecio, Walt Whitman, Víctor Hugo. Es muy difícil encontrar tan prodigioso inventario poético del reino humano, vegetal, animal, mineral. Algunos hablan, por su reconcentrada atención a la especie humana, de una antropogonía nerudiana.

Quiso ser portavoz de ancestrales anhelos insatisfechos. Habló por la humanidad marginada. Y de algún modo sigue haciéndolo.

Impresiona en Neruda la magnitud de registro en su temática. No hay poeta, al menos que yo conozca, que confiera la dignidad de la poesía a tantos asuntos diversos, grandes o chicos, incluso a aquellos considerados prosaicos por empecinados poetas puros.

Quien revise los índices de las Odas Elementales, de Navegaciones y Regresos, Cantos Ceremoniales, Plenos Poderes, La Barcarola se encontrará con un reluciente mercado persa, un repertorio inagotable, donde figuran casi todos los sujetos, los objetos, los sentimientos, la variedad del mundo y de las personas. Se topará con el ecologista incorregible antes que esa palabra se pusiera de moda. Dedica libros enteros a Las Piedras del Cielo, a Las Piedras de Chile o al Arte de Pájaros. Son materiales recurrentes de una poesía animada por una curiosidad inextinguible. Sus ojos nacieron con el don de ver en la Madre naturaleza lo que los otros no perciben. En este campo es poeta sin parangón.


Un Memorión de sus Pasiones

Pero hoy nuestro tema es otro. Y a este propósito digamos que, al menos entre los poetas contemporáneos en lengua castellana, es el enamorado por antonomasia. Nadie tocó, nadie por escrito se dejó llevar por el amor con tantas ganas, con tanta delicadeza y desvergüenza, con tanta diversidad y obstinación, de principio a fin, de cabeza a pies. El amor le sacudía las entrañas, pasándole siempre su corriente por el alma.

Amó a unas cuantas, por no decir muchas. A todas las quiso con una sinceridad que no significa garantía, monopolio ni sinónimo de eternidad.

Fue un memorión de sus pasiones. Nutrió con ellas páginas y páginas. A menudo volvió a contarlas, a cantarlas, a revivirlas.

En sus distintas edades las mira y remira con ópticas diferentes, con dejos de nostalgia y melancolía, pero sabiendo que mujeres  inolvidables le dejaron un sedimento, del cual no se excluye a ratos el reconocimiento, la autocrítica o una sombra de disculpa, como en el caso de la Gran Gran Hormiga.

Delia es la luz de la ventana abierta
a la verdad, al árbol de miel,...

Amores: Delia (I), II, p. 615

... porque está escrito en donde no se lee 
que el amor extinguido no es la muerte
sino una forma amarga de nacer.

Amores: Delia (II), II, p. 617

El hombre maduro reconstituye ordenadamente las historias del corazón.

Comienza puntual por la infancia. Después del colegio, en invierno, tras vagar por el río y el bosque, de leer con "ojos de leopardo" las aventuras de Sandokan y Sandokana, rememora que

... algo increíble se mezcló a tu arcilla y comenzó el amor a devorarte.

El Colegio de Invierno, II, p. 503


Yo, enlutado,
severo,
ausente
con pantalones cortos,
piernas flacas,
rodillas
y ojos que buscan
súbitos tesoros,
Rosita y Josefina
al otro lado
de la calle,
llenas de dientes y ojos
llenas de luz y con voz como pequeñas
guitarras escondidas
que me llaman...

Quisieron desvestirme,
me fugué, tembloroso,
y no podía
correr, mis piernas
no podían
llevarme.
Entonces
las
fascinadoras
produjeron
ante mi vista
un milagro:
un minúsculo
nido
de avecilla salvaje
con cinco huevecitos
con cinco uvas blancas
un pequeño
racimo
de la vida del bosque,
y yo estiré
la mano,
mientras
trajinaban mi ropa,
me tocaban,
examinaban con sus grandes ojos
su primer hombrecito

... yo sentí que cambiaba
algo
en mi sangre
y que subía a mi boca,
a mis manos,
una eléctrica
flor,
la
flor
hambrienta
y pura
del deseo.

El Sexo, II, pp. 504, 504, 506, 507


La Exaltación Juvenil

A partir de los terrores y asombros del niño, la vivencia amorosa se va volviendo realidad y poesía. El adolescente ha hecho su descubrimiento y está maravillado. Tanto éxtasis, tanta tristeza, tanta ansia deben decirse. Así nacen de la experiencia del joven libros como Crepusculario. En Ivresse celebra el amor como invitación y fiesta.

Hoy que danza en mi cuerpo la pasión de Paolo
y ebrio de un sueño alegre mi corazón se agita:
hoy que sé la alegría de ser libre y ser solo
como el pistilo de una margarita infinita:
oh mujer - carne y sueño-, ven a encantarme un poco,
ven a vaciar tus copas del sol en mi camino:
que en mi barco amarillo
tiemblen tus senos locos
y ebrios de juventud, que es el más bello vino.

Es bello porque nosotros lo bebemos
en estos temblorosos vasos de nuestro ser
que nos niegan el goce para que lo gocemos.
Bebamos. Nunca dejemos de beber.

lvresse, I, pp. 44, 45

Pero es Veinte Poemas, libro capital del amor, el más afortunado, el más vendido, el más recitado, el más saqueado por los enamorados para sus menesteres privados y sus empeños de seducción. Desempeña con frecuencia un papel que agradaba a Neruda. El de asesor literario de los atravesados por la flecha de Cupido. Puede sacarlos de apuro, ayudarles gratuitamente a redactar declaraciones de amor. Al parecer, el tiempo no es capaz de matar la gran poesía. Ahora este Secretario de los Amantes cumple 90 años y cumplen 70, desde su aparición, los Veinte Poemas. Debemos celebrar al eterno muchacho y este libro que alguien comparó con El Cantar de los Cantares del Rey Salomón, que tiene más de dos mil años. Como dijo Perogrullo, el amor se ha sentido y se ha cantado desde los tiempos de Adán y Eva, que tendrán siempre joven el corazón.

En el tiempo de los Veinte Poemas un Neruda de 20 años escribe febril y diariamente -como un río que nunca deja de fluir- otro libro que versa o versea sobre el mismo tema y deja guardado en los cajones por diez años. Lo singulariza una acentuación, un tono encendido y diferente,en el cual Eros se desata y el sexo se vuelve imperativo.

Sumérgeme en tu nido de vértigo y caricia.
Anhélame, retiéneme ... De pie te grito ¡Quiéreme!

... Mujer, ámame, anhélame....

El Hondero Entusiasta, 3, I, p. 161

El Hondero Entusiasta es el joven que quiere mandar y decidir en la batalla sexual.

... estás para dármelo todo,
y a darme lo que tienes a la tierra viniste
como yo para contenerte,
y desearte
y recibirte!...
Ibid., 6, I, p. 165

Llénate de mí
ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Ibid., 8, I, p. 166

Mantiene inédito El Hondero... porque sospecha en él la influencia del poeta uruguayo Sabat Ercasty y porque lo estima -son sus palabras- expresión de "una juventud excesiva y ardiente".

En ese tiempo, en que el joven no admite fronteras, concibe también el amor como trascendencia y vuelo.

-Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro ...


El Terremoto Asiático

Es perfectamente posible registrar en su poesía los estremecimientos, los temblores de su vida como si la poesía actuara a la manera de un sismógrafo.

Lo que constituyó un terremoto fue su residencia asiática. Determinó el más profundo cambio en su poesía, porque se había producido una mudanza radical en su existencia. En el Oriente se interna en un panorama desconocido, que lo envuelve, como en ninguna otra parte, de soledad y angustia. Tiene la sensación de ser un total extraño. Se mueve en un medio que le resulta en gran parte incomprensible. En ese ambiente alienante lucha consigo mismo.

Arranco de mi corazón al capitán del infierno,
establezco cláusulas indefinidamente tristes

Caballo de los sueños I, p. 175

Estoy solo entre materias desvencijadas, la lluvia cae sobre mí y
se me parece..
Débil del Alba, I, p. 177

Pero es inevitable. Busca el amor en cualquier rincón. El amor está allí. Está allí acechándolo. Habla otro idioma y, sin embargo, es el mismo universo de encuentros y desencuentros. Vive entre presencias y fantasmas.

En el fondo del mar profundo
en la noche de largas listas
como un caballo cruza corriendo
tu callado callado nombre
Madrigal escrito en Invierno, I, p.179

Allí están ellas, las chilenas distantes, visitándolo a la hora del atardecer.

Cómo surges de antaño, llegando,
encandilada, pálida estudiante,...

De la lejanía en donde
el olor de la tierra es otro
y lo vespertino llega llorando
en forma de oscuras amapolas...

Mientras tanto crece a la sombra
del largo transcurso en olvido
la flor de la soledad, húmeda, extensa,
como la tierra en un largo invierno.

Fantasma, I, p. 180

Exclama en su Arte Poética que vive "con luto de viudo furioso por cada día de vida". Pero anda tras la mujer por las plazas y los mercados. La indaga cuerpo a cuerpo. Y se indaga:

Si me preguntáis en donde he estado
debo decir "Sucede".
No Hay Olvido, Sonata, I, p. 251

Suceden tantas cosas. En remotas y enigmáticas comarcas, una mujer sobresale. La ha revivido aquí Teresa Calderón. Es Josie Bliss, la querida, la peligrosa birmana, poseída por celos homicidas. Temiendo por su vida huye de Rangún; pero no puede olvidar los besos arrastrados por el polvo. Cuando anda por los 60 vuelve a conjurarla en su Memorial de Isla Negra.

Llovía como llueve Dios...

... en tu cara, en tu piel, en tus recuerdos
llovía como si saliera la lluvia
por primera vez de su jaula
y golpeaba las puertas
del mundo: Ábrame! Ábrame!...

... abandonada de mi amor, allí
donde el viento monzón y sus tambores
redoblan sordamente y ya no pueden
buscarme tus caderas extinguidas

Amores: Josie Bliss (II), II, pp. 582, 583


La Trashumancia Erótica

Pero antes, (se acerca a los 35), vagabundea por las ciudades de los encuentros furtivos, inesperados. Y de verdad puede decir otro "sucede" en las calles de la trashumancia amorosa.

... Yo era un hombre transportado al acaso
con una mujer hallada vagamente
nos desnudamos
como para morir,  nadar o envejecer
y nos metimos uno dentro del otro, ella rodeándome como un agujero,
yo quebrantándola como quien
golpea una campana,...

... transcurrimos,
apartando  las sílabas del  miedo y la ternura,
interminablemente exterminados.

Las furias y las penas, I, pp, 268, 269.

¿Su filosofía -si así pudiéramos decirlo- del amor? En esencia, no le interesa la mujer objeto. Le atrae en ella todo lo que es su personalidad completa. La mujer pone la fascinación, el encantamiento. El pondrá lo demás. Sentará en en el trono a la plebeya y convertirá a la fea o a la inadvertida en la más hermosa e importante. Hará de la callada la elocuencia sin palabras, porque la palabra mágica la dirá el poeta tocado por la gracia. Como a Matilde en Los Versos del Capitán. Allí explica de entrada la relación amor y poesía, realidad y fantasía. En ese imperio el poeta ejerce el poder absoluto, soberano y lo usa a discreción. 

Yo te he nombrado reina.
Hay más altas que tú, más altas.
Hay más puras que tú, más puras.
Hay más bellas que tú, más bellas.
Pero tú eres la reina.

Cuando vas por las calles
nadie te reconoce.
Nadie ve tu corona de cristal, nadie mira
Ia alfombra de oro rojo
que pisas donde pasas,
la alfombra que no existe.

Y cuando asomas
suenan todos los ríos
en mi cuerpo, sacuden
el cielo las campanas,
y un himno llena el mundo.

Sólo tú y yo,
sólo tú y yo, amor mío,
lo escuchamos

escrito La reina, I, pp. 941, 942

Aunque se repita mil veces que en "cuestión de gustos no hay nada escrito", Neruda dejó mucho escrito sobre sus arquetipos anticlásicos. La moraleja desemboca en una vulgaridad sempiterna: "cada uno con sus gustos".  Se trata de un dominio extremadamente particular, misteriosamente personalísimo. Stendhal escribió un libro penetrante sobre la psicología del amor. Su colega Neruda no lo desmiente. Ama conforme a un principio de identidad.

La Espada Encendida nos confirma que su concepto del amor no era frívolo ni pequeño. Allí linda con lo cósmico. El mundo destruido encontrará la pareja que conduzca al nuevo Génesis. Esa espada de fuego protegerá el camino que vela el árbol de la vida. El viejo Rhodo, único hombre sobreviviente -otro yo nerudiano-, venido de la Araucanía, encontrará a Rosía, escapada de la mítica Ciudad de los Césares, en la selva virginal de la Patagonia. Buscan las aguas azules para lavar la sangre. Porque siempre será necesario refundar la humanidad. Y lo hace pues en toda edad ese hombre que buscó la primavera, defendió la esperanza, su derecho al más grande de los sueños. Así atravesará todos los diluvios y la vida comenzará de nuevo. Profesa la idea de que el amor junto a la poesía procrearán un futuro más hermoso y justiciero. Por eso sostiene que la poesía y el amor nunca perecerán. Ello explica, como una ley de su sangre, de su imaginación y de su inteligencia, que buscará el amor sin pausa en la realidad y lo transformará con su poesía en la parábola donde el hombre junto a la mujer sostendrán la bandera del ser y del amar ayer, hoy, mañana y siempre, Neruda transformó esta verdad o este sueño en algo más que la eterna utopía, en una posibilidad, en una leyenda tempestuosa y dorada, sobre la cual el lector seguirá inclinándose porque en ella leerá algo de su propio yo y una confirmación que, como dijo el poeta, "su vida es la de todos".

Volodia Teitelboim

Fuente: Fundación Pablo Neruda, "Cuadernos", Nº20-21 Verano 1995,   páginas 5-11.


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