Prologo Dialogo a la Manera de Sócrates

Pablo de Rokha

Sobrepujando prosa y verso, mis poemas
son lenguaje: el lenguaje épico de América.
P. De R.

Reitero y planteo mi adhesión incondicional al Partido Comunista, al enjuiciar a Pablo Neruda, como enemigo de los trabajadores, escondido en su vanguardia.

A Neruda lo van a defender los interesados en mantener el confusionismo por la pesca a río revuelto, los equivocados y los minoritarios del trotzkismo oportunista, los retórico políticos y los políticos retóricos del marxismo a la violeta y a la botella y a la vihuela, y los sirvientes aventureros en la gran hazaña de refocilarse e hincharse de sangre, encima del hambre nacional, impunemente.

Desafío al nerudismo, con el caudillo a la cabeza, a la pública dilucidación de todo el problema del arte y la belleza desde el enfoque social del Materialismo Dialéctica e Histórico.

Entrego al obrero y al campesinado en ascenso, al estudiantado y la "Fech", a los profesionales, al gran profesorado primario, secundario, universitario, orgullo de América, al periodista democrático, este libro grave y severo en el cual, acaso, más que a un hombre cualquiera, se enjuicia un estado de alma, en naufragio, de la literatura más señera del Continente: el arte mediocre, expresión de la corrupción pública.

Pablo Neruda no pretendió poner su nombre al servicio del Partido Comunista, pretendió poner el Partido Comunista al servicio de su nombre, y su nombre se lo engendró la burguesía imperialista.

El realismo popular se produce concretamente incorporando a la poesía el alarido sensacional de la Población Callampa, el gesto de fuego de la sub-alimentación y el hambre flagrante que pisotea y desintegra la nacionalidad, la patada vil del Gran Capital imperialista en toda la cara de Chile; y aquello lo vengo haciendo ha cuarenta años, tropezándome, estrellándome, superándome o equivocándome y rectificándome, pero lo vengo haciendo en veintisiete libros; dar lenguaje admonitorio a la multitud, cantando sus problemas, forjando y tallando el vocabulario con la humano social del existir cotidiano, en lo épico cuotidiana, y en lo público cotidiano y lo heroico de lo trágico cotidiano, llevando al estilo de América la discusión dramatizada del cobre de Chile y del salitre, del oro, del carbón, del yodo, del bórax, la plata y el petróleo, el uranio, el manganeso y el molibdeno, la erosión territorial de la República, el potencial pesquero, maderero, minero, agropecuario y vitivinícola, que exigen la producción industrializada, alzando los puños sangrientos de la miseria, medio a medio de la riqueza del país más hermoso del mundo, dar lenguaje subversivo, con precisión insurgente, dar lenguaje social y real que refleje la dinámica trágica y el complejo feroz del pueblo de los explotados y humillados sociales, fue la meta concreta de mi vida y la vida heroica de Winett, ya muerta; Pablo Neruda no hizo aquella; no, sometió a la falsificación la lengua humana y engañó a los trabajadores porque torna las cosas como si las cosas fueran las mismas tirante el Imperio de Gengis Khan, el reinado de Constantino, que derrotó a Majencio en 313, o el gran gobierno popular de Stalin, y no como procesos sociales, que contienen la realidad modificada por los ascensos y los descensos de los complejos económicos, políticos, jurídicos, artísticas, etc., pues las cebollas, las patatas, que tanto celebra el aeda senil, ahora están cargadas de explotación capitalista-imperialista, como lo estuvieron, de explotación patriarcalista, durante el esclavismo, o feudal imperial, durante el feudalismo; porque ellas no existen solas, sino socialmente.

Neruda no entiende la estética, es decir, la teoría: filosófica del realismo, que plantearon los clásicas del marxismo: Marx, Engels, Lenin, Stalin, y hoy Zdhanov, Mao Tzé Tung, etc., porque él, Neruda, no es marxista y demuestra que no es marxista, que es antimarxista, no comprendiéndola y no practicándola. La elementalidad sencilla, que practica y que predica, equivoca las categorías marxistas. Los objetos no son objetos, en Neruda, no son vivencias, son inercias, son negación de realidades, "epifenómenos", plantea el existencialismo, y sus poemas san poemas a históricos: idealismo. Su ignorancia, es parangonable, acaso, a su petulancia o al analfabetismo de Hernán Díaz Arrieta. Pero, en Neruda, el analfabeto es un analfabeto bastante más terrible, porque Neruda, administrando sus complejos de histrión perfecto, es un analfabeto que escribe del analfabeto en analfabeto. Sus "cómplices" y sus admiradores, por "cálculo" "Alone", o por "temperamento"  tales y cuales, se convierten a tan "sencilla" religión "marxista", en trance horrible.

"Neruda y yo" no insulta, enjuicia, no insulta, aclara, no Insulta, precisa en concepto feroz, acerbo y justo. No existe aquí el "animus injuriandi", existe aquí el "animus rationalis", y, cuando los términos y el lenguaje se hacen atroces, es la pasión trágica par la verdad quien me impele. No hay injuria por la injuria. Atmósfera polémica, sí, atmósfera polémica, no atmósfera de escándalo al servicio de los escandalosos, atmósfera polémica, y atrevimiento, coraje, enfrentamiento a la deshonestidad cínica o clínica, al engreimiento inmoral, a la estafa premeditada a las generaciones humanas. No me debato en la comedia "Alone" Neruda, sino en la tragedia "Alone" Neruda. Y, al terminar mi prólogo "A la manera de Sócrates" voy a estampar las últimas entrelíneas de "Arenga sobre el Arte", por el pan, la paz y la libertad humana: "ARENGA SOBRE EL ARTE" no es un libro dogmático, es un, libro dialéctico; condena toda y cualquiera forma de revisionismo marxista, condena el trotzkismo como la traición máxima al marxismo leninismo stalinismo y acepta la autocrítica como un modo creador de enriquecimiento del materialismo dialéctico le histórico; por lo cual el autor somete todos sus juicios a la autoridad universal de los teóricos bolcheviques".

Pablo de Rokha: Neruda y Yo. Editorial Multitud, Santiago de Chile, 1955.


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