Neruda
por
Arthur Lundkist
De
la Real Academia Sueca
Traducido
de la revista BLM (Bonniers Litterara Magasin) de Estocolmo
Pablo
Neruda inventó su nombre (un pseudónimo): e1 familiar ha quedado
enteramente absorbido por el poeta. Su función como diplomático
sólo constituyó una profesión transitoria, desde el principio,
su apostolado ha sido el del poeta, confundido en un corto periodo
con el del político. Su poesía es su razón de ser y
su destino ineludible. Cualesquiera que sean las impresiones
literarias que haya recibido, su peculiaridad poética ha sido
decidida en primer lugar por su fondo chileno, por la naturaleza
violenta de su patria, su clima insistente, su dramática elemental.
La
poesía de Neruda ha crecido y se ha transformado, pero ha quedado
fiel a sus condiciones previas fundamentales. Se ha
ensanchado y ha llegado a abrazar toda la América Latina; incluso
ha tratado de abarcar todo el mundo. Los sentimientos individuales,
el drama del destino individual ha llegado a ceder más y más
a la lucha por la vida de las masas, al combate de las clases
y los -sistemas sociales. Pero la caja, de resonancia más profunda
sigue siendo la chilena, con sus condiciones duras y su poderosa
poesía creadora.
Es
una poesía que no muestra mayor semejanza con otras. Los predecesores,
Darío y Lugones, apenas se presienten. Los más cercanos, de
los poetas sudamericanos contemporáneos, serán el chileno
Huidobro, los peruanos Valleio e Hidalgo, el ecuatoriano Carrera
Andrade. Es típico que todos vengan de la costa occidental,
afines geográficamente expuestos a dramas semejantes entre montañas
volcánicas y playas abiertas al océano: poetas que llevan el
sello, tanto de los fuertes elementos como de conflictos sociales
profundos (más acentuado precisamente en los dos poetas con
rasgos de sangre india: Neruda y Vallejo) . Pero cada uno de
ellos ha llegado a su propio idioma poético, su divergente mitología
elemental y social.
La
poesía española de la década del 20 al 30 muestra ciertos paralelismos
con la de los sudamericanos, pero la iniciativa nació más bien
de éstos. Neruda terminó con su género poético típico antes
de que García Lorca llegara al suyo. Lo mismo ocurre, en principio,
si se trata de la relación con el surrealismo francés.
Neruda
era poeta ya de niño, según certifica en su introducción a "Infancia
y poesía". Esto se manifestó, ante todo, en una notoria
relación con la naturaleza, en una búsqueda consciente de la
belleza y cosas extrañas en piedras, plantas, insectos, animales.
Coleccionaba arañas, tenía los bolsillos llenos de escarabajos,
cuidaba cisnes moribundos. Percibía la vida extrahumana de
los árboles en -los bosques y experimentaba como casi ninguna
otra cosa las intensas lluvias.
Estaba
presente cuando se mataba las ovejas al amanecer, se cortaban
sus gargantas y los hombres bebían la sangre humeante. "Yo
iba vestido de poeta, de riguroso negro, luto por nadie, por
la lluvia, por el dolor universal. Y allí los bárbaros levantaban
la copa de sangre. Pero yo me sobrepuse y bebí con ellos. ¡Hay
que aprender a ser hombre".
Fue
en Temuco, la última fortaleza de los indios araucanos guerreros,
de donde fueron expulsados como animales salvajes. Temuco era
una pequeña ciudad con casas de madera, mohosas bajo las lluvias
incesantes, con calles de barro. Las selvas se extendían por
doquier, las tempestades venían corriendo del mar, a veces los
volcanes más cercanos echaban llamas en erupciones amenazadoras.
Fuera de las lluvias e inundaciones, el fuego y los temblores
eran lo que más se temía. Incendios devastaban la ciudad, repentinamente
las casas de madera tuvieron que ser reemplazadas por nuevas
casas de madera, que olían bien a madera fresca y ofrecían superficie
blancas y lisas para escribir. Allí, en las nuevas paredes
de madera, Neruda pegaba muchos de sus poemas más tempranos.
Neruda
perdió a su madre poco después de su nacimiento. Tuvo la suerte
de tener una madrastra afectuosa y generosa, pero temprano llegó
sin embargo, a reemplazar o a asociar a la madre con la poesía,
una poesía experimentada, llevada por la imaginación, sucesivamente
puesta por escrito. Amor maternal y poesía para él llegaron
a ser casi lo mismo, un consuelo en la vida, un refugio, una
condición de ternura.
El
padre estaba allí y jugó su papel durante la adolescencia de
Neruda; él fue el héroe de la realidad exterior, el conductor
que venía con sus trenes rastreros que retumbaban pesadamente
a través de los bosques, con su olor a carbón y lluvia. La
familia se juntaba íntimamente con los vecinos que hacían valer
su espíritu emprendedor en diversas direcciones, pero quedaron
pobres. Un luchador magnánimo en pro de la justicia social
estaba cerca de Neruda, un cierto Orlando Masson, que fundó
un diario propio para abogar, entre otras cosas, por la causa
de los araucanos y que publicó la primera colección de poesías
al sur del Bío Bío.
Literatura, una mezcla heterogénea de clásicos y folletines,
se hallaba en el ambiente de su infancia, pero religión no.
Sólo como niño de doce años visitó la iglesia con su
madrastra; estaba cubierta de musgo y absolutamente vacía de
hombres. Lo que quedó grabado en la memoria de Neruda fueron
las lilas de funeral con su perfume intenso. La escuela y los
estudios quedaron asociados en él con el pensamiento de un frío
agudo; el galpón de madera que era el colegio, no tenía calefacción.
Allí enseñaba una mujer morena, vestida de negro, con una sonrisa
de un blanco deslumbrador y prestaba libros al niño durante
encuentros tímidos. Fue conocida por el mundo como Gabriela
Mistral.
Pero
no me sumiré en detalles biográficos. Lo dicho es suficiente
para denotar la relación entre el origen de Neruda y su poesía:
la lluvia y el fuego están en oposición uno al otro en su poesía,
la melancolía y la amenaza de destrucción; la ternura y el furor.
Los milagros de la naturaleza y el drama de los elementos le
han acompañado a través de los años, la compenetración y la
pena se han constituido en uno de sus aspectos, lo que a la
vez da hacia lo lejano y profundiza su bravura, su orientación
hacia la revolución social.
Neruda
salió de su ambiente en su temprana adolescencia como un poeta
ya asombrosamente preparado. Su primera colección de poesía,
"La canción de la fiesta", salió ya en 1921 y la segunda,
"Crepusculario", dos años más tarde. Pero en sus
Obras completas", esta producción de su juventud
ha sido marcada con el año 1919: se supone que esto indica que
al menos una parte había sido creada cuando Neruda tenía alrededor
de quince años.
Al
principio se encuentran los sonetos inevitables, pero no son
ni ejercicios ni imitaciones. Parecen equilibrados, sin esfuerzo
y naturaleza, maduros y profundamente serios. Hay objetos vecinos,
palpables-, la lluvia y el pan, la iglesia y el ciego, el perfume
de las lilas. Y ya invoca a la mujer de "carne y sueño",
de felicidad y dolor. En poemas más libres examina el amor
breve del marinero, cuya prenda es un niño triste que mira hacia
el futuro; o bien el poeta sufre con los suburbios sin luz,
estas ruinas de vida infeliz.
Hay
una felicidad, muy frecuentemente escondida, a veces vislumbrada,
en esta poesía de su juventud, pero lo característico de ella
es la tristeza y el dolor. De niño mi dolor fue
grito / y mi alegría fue silencio. La misma orientación
se encuentra en su primera colección de poemas, desarrollada
y original, "Veinte poemas de amor y una canción desesperada",
1924. Estos poemas de amor, escritos por un joven de veinte
años, pertenecen a los más leídos y queridos del mundo de habla
española. No obstante, son contradictorios, obscuros y atormentados,
mucho más que esperanzados y románticos.
Ya
las primeras estrofas van, sin rodeos, a los problemas:
Cuerpo
de mujer, blancas colinas, muslos blancos
te
pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi
cuerpo de labriego salvaje te socava
y
hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
Fui
solo como un túnel. De mí huían los pájaros,
y
en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para
sobrevivirme te forjé como un arma,
como
una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
(Traducido
al sueco, por Sun Axelsson)
Los
sentimientos son exaltados y dramáticos, no dan lugar a juego
o notas intermedias. Evoca a la mujer corporalmente en imágenes
indiscretas pero, a pesar de eso, su realidad queda dudosa,
evasiva. La mujer resulta ser, más que nada, en medio
de todo su físico palpable, un símbolo. Representa a la naturaleza,
viste permanentemente los atributos del paisaje y de las estaciones
y los tiempos variados. Es el poder y la exhortación tras la
naturaleza, despierta el deseo vehemente y la nostalgia del
poeta, aunque él sabe que realmente no pueden satisfacerse.
La
exigencia biológica de procreación se hace notar, pero se reemplaza
más y más por el instinto de creación artística, Se habla frecuentemente
de la relación con las palabras, la relación entre las palabras
y la realidad. La "niña morena y ágil", que invoca,
está íntimamente ligada con la naturaleza engendradora, creada
por el sol que produce las frutas y los trigales. A ella pertenecen
"la delirante juventud de la abeja, la embriaguez de la
ola, la fuerza de la espiga", pero justamente por eso ella
no es para él: nada hacia ti me acerca / todo de ti me aleja,
como del mediodía. Ella no existe para poseer, sino
para ser anhelada y cantada.
El
poeta es solitario y triste, lleno de cariño no consumido.
Las ideas de las mujeres que él se hace son a la vez deliciosamente
aliviadoras y dolorosas. La ausencia de la mujer profundiza
el sentimiento más que su presencia: el amor se muestra más
violento en la ausencia. Entonces se une con la experiencia
de los elementos. Entonces los senos de la mujer se vuelven
caracoles blancos, una mariposa de sombra ha venido a dormirse
en su vientre, su cintura es de niebla, sus brazos de piedra
transparente. Es ella que se abre como una azucena blanca de
fuego más allá de las montañas obscuras y las hojas caen en
las aguas de su alma.
Es
el paisaje -de la niñez de Neruda que aparece, se revela como
una clase de fantasma del amor, a la vez causa y objeto de un
deseo inapagable. Se encuentra en la lluvia y el viento, en
la playa donde las olas martillan, entre humos flotantes, ante
puestas de sol sobre bosques ilimitados de pinos, al lado de
la piscina tranquila donde zumba la abeja blanca, entre uvas
que maduran, entre muros húmedos, en el sonido de una campana
sola. Mujer, ¿quién eres?, pregunta en medio de un poema
de amor, incierto de su objeto.
Empieza
ya a hablar de "algo" de lo que tiene una vaga idea,
una noción que trata de captar y dar substancia. Entre los
labios y la voz, algo se va muriendo. / Algo con alas de pájaro,
algo de angustia y de olvido. / Así como las redes no retienen
el agua. Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca. Triste
ternura mía, qué te haces de repente? / Cuando
he llegado al vértice más atrevido y frío / mi corazón
se cierra como una flor nocturna.
En
lo venidero Neruda a menudo llegó a escribir de "algo",
casi nada de mujeres y de amor a mujeres. En el vigésimo poema
ya no dudaba de esto. Es su despedida: Puedo escribir los
versos, más tristes esta noche, pero Aunque sea el último
dolor que ella me canse, / y éstos sean los últimos versos que
yo le escribo.
La
mirada retrospectiva viene en la "Canción desesperada":
Emerge
tu recuerdo de la noche en que estoy.
Abandonado
como los muelles en el alba,
Es
la hora de partir, oh abandonado.
En
ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De
ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo
te lo tragaste, como la lejanía,
Como
el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio.
Y la
ternura, leve como el agua y la harina.
Y
la palabra apenas comenzada en los labios.
Ese
fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y
en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio.
La
audaz concreación sexual y el sentimiento que emerge con tanta
fuerza hicieron, en su tiempo, estos poemas de amor casi sensacionales
y no obstante, no tratan en primer lugar de la metafísica del
amor, sino de la poesía. Esta es su duplicidad, su efecto singular
e inquietante. El poeta busca, no tanto una mujer para amar,
sino su arte, su meta, algo delante de lo cual arder, constantemente
y seducirse a sí mismo. Es un proceso de transformación del
amor que le ocupa y por eso sus poemas son más que meros poemas
de amor.
Sin
embargo, hay otra colección más de poemas de amor de Neruda,
"El hondero entusiasta", que no publicó hasta 1933,
incompleta, pero escrita unos diez años antes, o sea, más o
menos al tiempo de "Veinte poemas". Neruda indica
que la demora en publicarla se debe a la influencia demasiado
evidente del poeta uruguayo, Carlos Sabat Ercasty y subraya
que quiere que los poemas sólo sean considerados como documentos
de "una juventud excesiva y ardiente".
El
motivo para la supresión de estos poemas puede, sin embargo,
ser otro: que constituyen una recaída, casi un atolladero.
Con sentimientos con los cuales creía haber acabado y dejado
atrás, tuvo que emprender la lucha de nuevo, bajo una angustia
insistente que en algunas partes le hace casi inarticulado.
Entran en el poema, fatiga, calambre y desesperación. "Grito.
Lloro. Deseo. Sufro, sufro y deseo". "Cansado.
Estoy cansado. Huye. Aléjate. Extínguete. / No aprisiones
mi estéril cabeza entre tus manos".
"Sed
de ti que en las noches me muerde como un perro.
Los
ojos tienen sed para qué están tus ojos.
La
boca tiene sed, para qué están tus besos.
El
alma está incendiada de estas brasas que te aman.
El
cuerpo incendio vivo que ha de quemar tu cuerpo.
De
sed. Sed infinita. Sed que busca tu sed.
Y
en ella se aniquila como el agua en el fuego".
La
sucesión de poemas indica una crisis, artística y psicológicamente.
Como documento, si no otra cosa, agita y despierta preguntas
sin respuestas. La incertidumbre sobre la colocación de estos
poemas en el contexto, les hace aún más enigmáticos. Si no
son una recaída, pueden tal vez ser precursores de "Veinte
poemas": en este caso una materia prima ardiente que ha
sido disciplinada y ennoblecida en esta colección.
Siguiendo
a "Veinte poemas", vino un fragmento de poesía llamado
"Tentativa del hombre infinito", 1925. Es retórico
y parece ser bastante impersonal, una tentativa a propósito
del principiante surrealismo francés, liberado de toda clase
de signo de puntuación, con el título que recuerda a "L'homme
approximatif", de Tzara, que fue iniciado más o menos al
mismo tiempo. El poema también se acerca a Huidobro con su "creacionismo",
un poema largo de cadenas de asociación automáticas. Pero Neruda
no posee esa clase de imaginación autoengendradora y su poema
no puede competir con "Altazor", de Huidobro, por
ejemplo.
Este
experimento fue seguido por dos pequeñas obras en prosa, "El
habitante y su esperanza" y "Anillos". Neruda
las introduce con una reserva. Ha escrito a petición de su
editor, pero lo ha encontrado una labor dura. No le interesa
relatar cosa alguna; tiene predilección por las grandes ideas,
tareas que comprometen profundamente su sensibilidad. "Yo
tengo un concepto dramático de la vida, y romántico".
"Tengo repulsión por el burgués, y me gusta la vida de
la gente intranquila e insatisfecha, sean éstos artistas o criminales".
Su
prosa se compone de poemas en prosa, más o menos independientes,
de tono pensativo, que se profundizan en sentimientos fríos
y tristes, imágenes melancólicas de la naturaleza y destinos
humanos expuestos. Las descripciones son muy expresivas y exactas;
la prosa muestra a Neruda como un realista poético muy fino.
Hubo desde 1925 hasta 1933, antes de que publicara nuevos poemas,
una larga espera para un poeta joven con las dotes de Neruda.
Pero entonces se presentó como un poeta esencialmente
diferente al anterior. La poesía que escribió como hombre de
veinte y de treinta años abarca dos épocas limitadas. "Residencia
en la tierra", fue publicada primero en un tomo fechado
1925-1931, y fue seguida, dos años más tarde, de un segundo
tomo fechado 1931-1935. Esta es la colección que sobre todo
ha fundado la fama de Neruda y la que ha precisado la imagen
de su particularidad poética.
Mientras
tanto, había ejercido un cargo consular en Ceylán, Birmania,
y había sido trasladado después a España. La estada en el Oriente
ha dejado huellas muy insignificantes en su poesía. Los años
en Madrid, donde le sorprendió la guerra civil, iban a tener
mucha más importancia en toda su orientación.
Estaba
ya preparado su programa literario, fundaba una poética nueva:
"Sobre una poesía sin pureza". Es una especie de
estética del encuentro, de la proximidad, de la familiaridad
trivial, de la sensibilidad táctil, la que desarrolla. "Así
sea la poesía que buscamos, gastada como por un ácido por los
deberes de la mano, penetrada por el sudor y el humo, oliente
a orina y a azucena, salpicada por las diversas, profesiones
que se ejercen dentro y fuera de la ley". Lo más importante
de todo es "la entrada de la profundidad de las cosas en
un acto de arrebatado amor, y el producto poesía manchado de
palomas digitales, con huellas de dientes y hielo". Neruda
tampoco quiere que descartemos la melancolía, el gastado sentimentalismo,
la luz de la luna, el cisne en el anochecer, el corazón. "Quien
huye del mal gusto cae en el hielo".
La
tristeza es agobiadora en muchos de sus poemas. El poeta se
deja llevar por el dolor y el desaliento, por un sentimiento
de desesperación y de humillación. Es un mundo moribundo en
el que profundiza, una civilización en descomposición, un proceso
de putrefacción avanzando lentamente. Lo que pudiera haber
sido critica beneficiosa y activa viene a ser resignación triste,
identificación paralizadora. Parece haber algo de sensualidad
secreta en la pena y en el cansancio: tal vez tenga que ver
con el descubrimiento artístico de un material nuevo o poco
aprovechado, con la alegría de la fuerza creadora misma.
Su
método poético parece depender de una fuerza de atracción, que
coge elementos de la realidad circundante: los amontona en capas
o los enrolla como el hilo en un carrete. El poema crece, se
vuelve más grave y más sólido: el material es absorbido en el
proceso rotatorio, comprimido, forma un todo inseparable. Sin
embargo, este material parece ser heterogéneo y disparado, cogido
accidentalmente, a menudo brutalmente crudo. Lo que lo une,
lo suelda a un poema, es la fuerza del sentimiento, la intensidad
en el curso poético.
Es
un estado dramático el que domina la poesía, pero que rara vez
se desarrolla, el poema no experimenta cambio alguno del principio
al fin. En cierto modo, los poemas no tienen ni principio ni
final: solamente están allí como parte de un estado, de una
vivencia peculiar. A veces el poeta mismo pasa a través del
poema, reconcentra las impresiones alrededor de su reacción
personal. Mas, a menudo su presencia es tácita, está allí como
centro de sensación, invisible pero muy notable. Es menos cuestión
de un "alguien" que de un "algo": es "algo"
que busca, que anhela, que sufre, "algo" que parece
ser inherente en la naturaleza y los objetos, indefinido, sin
nombre, sin forma, pero sin embargo presente y activo.
"Es
el viento que agita los meses, el silbido de un tren,
el paso de la temperatura sobre el lecho,
un opaco sonido de sombra
que cae como trapo en lo interminable,
una repetición de distancias, un vino de color confundido,
un vino de un paso polvoriento de vacas bramando.
...
En
esa humedad de nacimiento, con esa proporción tenebrosa,
cerrada como una bodega, el aire es criminal:
las paredes tienen un triste color de cocodrilo,
una contextura de araña siniestra:
Se pisa en lo blando como sobre un monstruo muerto:
las uvas negras inmensas, repletas,
cuelgan de entre las ruinas como odres:
...
Mi
corazón, es tarde y sin orillas,
el día, como un pobre mantel puesto a secar,
oscila rodeado de seres y extensión:
de cada ser viviente hay algo en la atmósfera:
mirando mucho el aire aparecerían mendigos,
abogados, bandidos, carteros, costureras,
y un poco de cada oficio, un resto humillado,
quiere trabajar su- parte en nuestro interior.
Yo busco desde antaño yo examino sin arrogancia,
conquistado, sin duda, por lo vespertino".
La
unidad del sentimiento penetra estos poemas en cada detalle:
no es una anotación de impresiones -dispersas, ningún impresionismo
extravertido. El sentimiento crea otras partes en esta unidad,
las inventa y las graba en vez de buscarlas y sacarlas de la
realidad. Las imágenes caen como gotas pesadas, oscuras, una
tras otra, se refuerzan, forman una masa densa y pegajosa.
(Un critico ha caracterizado la poesía de Neruda justamente
como "una masa fría, espesa, negra, de la cual parecen
lanzarse llamas")
Los
poemas no reproducen sino que crean un mundo que no existe fuera
de ellos en esta pureza: sobrenatural, alucinatorio,
no sólo visto, contemplado, sino concebido por todos los sentidos,
evocado como gusto, olor, sensación, sonido. La sugestión es
total si la susceptibilidad del lector sostiene la prueba y
no falla. Al poeta le agradan mucho expresiones como "morder",
"comer", "consumir", y qué otra cosa queda
que hacer con tales poemas sino morderlos, comerlos,
consumirlos. Son como panales de miel obscuros, salvajes, condensados
o como pan negro hecho de sangre, substancioso y compacto.
Parecen tener una existencia no sólo como nociones verbales
sobre el papel, ni siquiera como imaginaciones encendedoras,
sino como substancia palpable, como materia viva.
Abandono,
entrega a la muerte progresiva en todas sus formas es lo que
más llena estos poemas. Lo que el poeta quiere llorar es "la
defunción de la tierra y el fuego", lo que señala es "el
día blanco que se muere dando gritos de novia asesinada"
o "la noche profunda, la cabeza sin venas / de donde cae
el día de repente como de una botella rota por un relámpago".
Quiere entrar en la madera para experimentar una clase de vida
en la muerte:
"Seres
dormidos en tu boca espesa,
polvo
de dulce pulpa consumida,
ceniza
llena de apagadas almas,
venid
a mí, a mi sueño sin medida,
caed
en mi alcoba en que la noche cae
y
cae sin cesar como agua rota,
y
a vuestra vida, a vuestra muerte asidme,
y
a vuestros materiales sometidos,
a
vuestras muertas palomas neutrales,
hagamos
fuego, y silencio y sonido,
ardamos,
y callemos, y campanas".
Si
escribe del vino no es un homenaje, un canto de regocijo, sino
un lamento de sus condiciones humillantes. El vino viene a
ser como su propia poesía cuando busca la desgracia y la miseria.
Asegura que no inventa nada, que sólo habla de todo como es:
"de la saliva derramada en los muros", ",de lentas
medias de ramera", "del coro de los hombres del vino
golpeando el ataúd con un hueso de pájaro". El vino perseguido
huye por las carreteras, por las iglesias, entre los carbones
y "el vino ardiendo entre calles usadas / buscando pozos,
túneles, hormigas / bocas de tristes muertos, por donde ir al
azul de la tierra / en donde se confunden la lluvia y los ausentes
".
En
un poema como "Oda con un lamento" Neruda puede poner
las posibilidades no destruidas de la vida en la
forma de una niña contra su propia desesperación sin -dar otra
cosa que "uñas o pestañas, o planos derretidos" o
"polvorientos sueños que corren como jinetes negros".
A continuación describe lluvia y cementerios inundados, agua
que cae en su cabeza, una triste voz podrida por el tiempo que
lo llama a sollozos. En las estrofas concluyentes pinta el
contraste de nuevo y el poema resulta en una invocación que
nada allana, que a nada conduce:
"Tú
estás de pie sobre la tierra, llena
de
dientes y relámpagos.
Tú
propagas los besos y matas las hormigas.
Tú
lloras de salud, de cebolla, de abeja,
de
abecedario ardiendo.
Tú
eres como una espada azul y verde
y
ondulas al tocarte, como un río.
Ven
a mi alma vestida de blanco, con un ramo
de
ensangrentadas rosas y copas de cenizas,
ven
con una manzana y un caballo,
porque
allí hay una sala oscura y un candelabro roto,
unas
sillas torcidas que esperan el invierno,
y
una paloma muerta, con un número".
En
algunas ocasiones el poeta está a punto de salir a otra realidad
que ésta escogida por él, condenada a muerte. Manifiesta un
deseo de transformarse, de ser otro: un tono de la protesta
se hace valer.
"No
quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante,
extendido, tiritando de sueño,
hacia
abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo
y pensando, comiendo cada día.
No
quiero para mí tantas desgracias.
No
quiero continuar de raíz y de tumba,
de
subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido,
muriéndome de pena".
La
poesía de Neruda de esta época se basa en el contraste permanentemente
presente: entre la energía de la expresión y la rendición desanimada,
entre la articulación y el impulso aniquilador. Artísticamente
su poesía tiene una plenitud substancial, una concreción y una
vitalidad que, de una manera singular, son contrarias al sentimiento
de derrota que presenta. Ha logrado crear un medio poético
que, por decirlo así, se sostiene solo, fuera del sentimiento
que ha de servir. Sus imágenes, que parecen generarse la una
de la otra sin esfuerzo, forman una síntesis de realismo agudo,
visión saturada y simbolismo paradójico. Es un idioma que todavía
no ha encontrado su tarea activa, su función despierta: está
en estado sonámbulo. Neruda da un significado cargado o aumentado
a una gran cantidad ¡de palabras y conceptos. Agua, olas, humo,
relámpagos, espadas, caballos, sastres, notarios, palomas, peces,
amapolas, abejas, azúcar, rosales, racimos de uvas: en Neruda
llegan a ser símbolos personales, sobrenaturales, sacados de
su sentido habitual, al fin ambiguos sin contornos. Su poesía
se mueve como en un estado de ensueño atormentado, que flota
sobre su propio plano, pero de todos modos oprimida por la realidad,
ahogada, inundada o sepultada y él mismo descompuesto, absorbido
o enterrado como un dios en algún antiguo mito de fecundidad.
Es
la de Neruda una visión sumamente personal de la civilización
moderna, especialmente como la ha experimentado en el mundo
hispanoamericano con su división, sus contradicciones y su estagnación,
su derrota entre una naturaleza demasiado inmensa y una cultura
tristemente impotente. En su estado de ensimismamiento profundo,
el poeta penetra hasta el indio, hasta el araucano dentro de
sí, el aborigen, ofendido en su sentimiento original, lleno
de extranjería obscura y vacío amargo. Cuando expresa la melancolía
de su país y la angustia de su época, lo hace en primer lugar
por medio de una preocupación peculiarmente personal por la
muerte y la aniquilación, disolviéndose en tierra y espacio,
en plantas y metales.
"Tercera
residencia" contiene poesías de la década 1935-1945. Nuevamente
indican un período de revolución, de reorientación, no tanto
artística como social y políticamente en cuanto a meta y actividad.
Ahora es la guerra civil española la que revienta su mundo y
lo incendia. Despierta a la acción necesaria en el plano de
la realidad, a la toma de posición política. Coloca la base
de su convicción comunista, vuelve su ternura maternal por todo
lo moribundo y atormentado en una protesta paternal, en una
resistencia furiosa. Es un suceso fundamental, que lo ayuda
a una nueva conquista de la realidad, que da a su poesía nuevas
tareas, más grandes y más nobles que antes.
"Tercera
residencia" se compone de tres ciclos. El primero constituye
una segunda cosecha de las colecciones anteriores. El segundo
lleva el título "España en el corazón" y es su contribución
como poeta a la lucha por España. La introducción al tercer
ciclo es "Canto a Stalingrado", una colección de poemas
de guerra en los cuales toma posición violentamente.
"España
en el corazón" puede llamarse, la "Guernica"
de Neruda, de varias maneras emparentado con la pintura de Picasso.
Es una movilización de todos los recursos artísticos.
Da una imagen a la vez dispersa y bien organizada de la España
de la guerra civil, con distintos planos intercalados el uno
en el otro. Emplea una especie de conjuraciones, blancas cuando
se trata de las esperanzas del lado popular, negras cuando se
trata de la derrota de los usurpadores fascistas. Muestra "el
rostro seco de Castilla como un océano de cuero" y "aglomeraciones
de pan palpitante". Sitúa al general Franco en un infierno
en el que nunca ha cesado de acongojarse: solo en una eternidad
donde la sangre cae como lluvia y un agonizante río de ojos
cortados pasa ante él mirándole sin término. El poema invoca
la muerte como siembra de la vida, cada gota de sangre derramada
como una semilla de donde nacerá esperanza y futuro. La victoria
vive más fuerte en el poema que cualquier derrota y sólo necesita
tiempo para realizarse.
Después
del colapso de España, Neruda fue a México como cónsul y participó
más y más en las actividades políticas revolucionarias. Regresó
a Chile y fue elegido senador comunista, fue perseguido, se
quiso quemar su casa, fue obligado a esconderse, desterrado.
Durante estos años, hacia el fin de la década de 1940, escribió
la mayor parte de su inmensa obra "Canto general",
1950. Con sus quince ciclos ocupa 350 páginas de sus Obras
completas" donde su producción hasta entonces abarca solamente
250 páginas. Es una erupción de poesía, súbita, dominante,
asombrosa. Y trajo consigo un torrente continuado de poesía
que todavía no ha dado señales de disminuir.
Durante
los años inmediatamente después de la primera guerra mundial,
Neruda consideró seriamente su misión como poeta y asumió el
cambio. En vez de ser el poeta de la muerte, la melancolía
y la derrota, llegó a ser el de la lucha, del trabajo, la alegría
y la esperanza. Ya tenía en sus manos los medios de expresión,
sólo necesitó darles otra dirección, otra meta. Su poesía más
temprana es sembrada en tierra oscura donde la muerte espera,
pero solamente como una etapa de transformación, un camino a
la resurrección. Su poesía subsiguiente es crecida, ondulante,
crecida triunfalmente, y cosecha una cosecha de una riqueza
imprevista.
Chile,
el país de origen, todavía es centro del gran poema del continente
americano que es el "Canto General". El drama social
chileno ocupa el mayor espacio, está mirado de más cerca que
el de los otros países. La naturaleza chilena se presenta como
la raíz y la llave de toda esta épica elemental. Aun cuando
el poema trate de "El Gran Océano", es Chile el que
tiene mayor significación. Neruda participa en el reflujo de
los movimientos revolucionarios nacionales actuales. El patriotismo
ya no es cosa para la reacción tiesa, pertenece con mucho mayor
razón a los revolucionarios ambiciosos.
"Canto
General" es un poema épico nacional chileno incorporado
a uno más extenso sobre toda América (donde los E. E. U. U.
están puestos a un lado por considerarlos instrumento del imperialismo).
Es pintura histórica dinámica emparentada con los frescos de
los pintores mexicanos. Es descripción de la lucha de clases
con muchedumbres en movimiento de asalto. Es biografías íntimas
y militantes sobre gente trabajadora, sobre caudillos así como
sobre hombres y mujeres de la masa. Es fragmentos de la autobiografía
del poeta en que acentúa su papel como uno de los demás en la
muchedumbre combatiente. De comienzo a fin es emoción de la
naturaleza, es la naturaleza vista como una parte del hombre
y el hombre como una parte de la naturaleza.
La
obra oscila entre el amor y la ira, dos sentimientos que se
verifican en su violencia. No hay nada de poesía de odio de
por sí en "Canto General": siempre es el lado umbroso
de un amor ardiente. También es verdad que Neruda es más incansable
y feliz en sus expresiones de ternura y compasión, y relativamente
menos inspirado en sus condenaciones. Gran parte de los poemas,
son invocación, homenaje, culto de héroes, una amplificación
muy directa y medio ritual del hombre perseverante, lleno de
esperanzas, de su trabajo, de las creaciones y objetos de la
naturaleza.
Neruda
introduce la obra orgullosamente poniendo "la lámpara en
la tierra": es el hombre con sus ojos que adoran y evalúan
lo que nace de la tierra y de los elementos, en íntima unión
con la vegetación tropical, los grandes ríos maternales, las
formas de vivir que se transforman en especies de animales y
pájaros. Las "Alturas de Macchu Picchu" expone un
encuentro entre el poeta y la historia: la antigua ciudad de
los Incas entre los precipicios más salvajes de los Andes, es
celebrada como un triunfo de la unión entre el hombre y la naturaleza.
Allí las palabras de Neruda salen como caricias, como si fueran
pájaros vivos y corazones que se baten.
Vemos
precipitarse a los conquistadores, estos centauros fanáticos,
furiosos de sed de oro y sangre. El poeta también ve la necesidad
que los empuja: el hambre en la vieja Europa sobrepoblada, los
piojos que pican los cuerpos durante los inviernos fríos, la
inquisición que amenaza. Los conquistadores son una clase de
héroes invertidos, condenados a la violencia y la aniquilación,
las herramientas sanguinolentas de la historia. El corazón del
poeta sangra continuamente por los aborígenes, los indios pillados
y sacrificados, todos los que tienen que morir o transformarse
bajo la rueda del desarrollo.
Del
terror y la miseria surgen los libertadores, salen en ola tras
ola: los levantamientos de los indios que son sofocados en sangre,
las guerras de independencia con sus famosos generales, las
revoluciones que se encienden repentinamente los conflictos
sociales. La reacción da sus golpes en contra: la poesía levanta
sus piedras fúnebres sobre toda la fila de dictadores, verdugos,
traidores, las viles herramientas del capitalismo de los dólares,
terminando con la crónica de González Videla, el dictador despreciado
de Chile, en 1949.
En
estos trozos Neruda escribe en una especie de estilo de balada
modificado, con un ritmo sencillo, seductor, con algo de salmo,
un poco con carácter exorcizante. Las imágenes se cosechan
a grandes trancos como con una guadaña entre amapolas y trigo:
ricas, nutritivas, siempre nuevas y frescas como frutas. Es
un arte que poco a poco por la extensión y la relativa repetición
parece más sencilla de lo que es. Difícilmente se podría imaginar
a alguien que imitara este esfuerzo de Neruda.
La
mitad del "Canto General" es dedicada a las condiciones
actuales en Latinoamérica. Son declaraciones de amor, advertencias,
acuerdos. "América, no invoco tu nombre en vano",
reza uno de los orgullosos títulos. Se evoca la sombra de Lincoln,
se rinde homenaje al pueblo y a la naturaleza de los E. E. U.
U., pero sus jefes son acusados de explotación y excitación
a la guerra. "La tierra se llama Juan" es una serie
de panegíricos sobre personas nombradas, obreros de minas y
estancias, zapateros y pescadores, gente humilde que más a menudo
habla del otro lado de la tumba, mártires modestos de las luchas
sociales, pero todos piedras en la construcción de la futura
sociedad. En "Coral de Año Nuevo para mi Patria en Tinieblas"
el poeta habla a todo el pueblo chileno con autoridad evidente:
ya no parece ser una persona particular sino una poderosa voz
anónima de las masas populares y la naturaleza.
Como
poeta social, Neruda no tiene par, por su combinación de delicadeza
y de fuerza. El fondo de su compenetración, su notable identificación
con la masa de hombres lo da en un par de series autobiográficas.
"El fugitivo" es Neruda que se ha escondido, perseguido
por la policía del dictador de lugar en lugar, siempre recibido
por amigos desconocidos, escondido en las casas, acogido, amado,
por nadie denunciado. Entonces siente como si fuese elevado
y traído por el pueblo como por un mar, y su poesía se convierte
en obligación de vida y muerte. "Yo soy es la mirada
retrospectiva sobre las etapas más importantes de su vida, terminando
con un verdadero testamento en que expresa su última voluntad,
seguro y consciente de que su obra crecerá como semillas dentro
de un sinnúmero de hombres.
Tal
vez donde Neruda llega más lejos es como poeta de las fuerzas
elementales, de los procesos inmensos de la naturaleza. Esta
compenetración, que es una extensión y una intensificación de
sus impresiones de infancia, triunfa repetidamente en "Canto
General". Es una historia de creación, en algunas partes
vertiginosamente extrahumanas, una penetración en materia y
minerales, en los misterios de las substancias, en el nacimiento
de estrellas y piedras. Especialmente en la colección de "El
Gran Océano", Neruda ha creado algo extraordinario: una
revelación de la infinidad, soledad y eternidad, del antiquísimo
drama de las costas con fragmentos de hombres y bandadas de
pájaros. El que se está ahogando viaja en un hormigueo resplandeciente
de peces, las olas lavan piedras relucientes como saliva alrededor
de islas paradisíacas, los témpanos viajan como catedrales ardientes.
"Del
brazo sumergido que levanta una gota
no queda sino un beso de la sal. De los cuerpos
del hombre en tus orillas una húmeda fragancia
de flor mojada permanece. Tu energía
parece resbalar sin ser gastada,
parece regresar a su reposo.
Tus
pétalos palpitan contra el mundo,
tiemblan
tus cereales submarinos,
las
suaves ovas cuelgan su amenaza,
navegan
y pululan las escuelas,
y
sólo sube al hilo de las redes
el
relámpago muerto de la escama,
un
milímetro herido en la distancia
de
tus totalidades cristalinas".
Es
evidente que el comunismo ha sido de una importancia fundamental
para Neruda como hombre y como poeta. Le ha dado una norma
de valoración, un sistema de referencia, una base desde la cual
puede levantar el mundo. Ha accionado como un catalizador en
todas Tus cualidades, las ha coordinado, les ha dado una nueva
orientación. Ya no necesita hablar de un "algo" indefinido
buscando ciegamente; ahora su poesía tiene una tarea definida,
la muerte ha tomado su sitio en la circulación, la alegría tiene
su lugar al lado de la tristeza. La existencia como drama ha
sido colocada en un curso histórico, ha llegado a tener una
substancia social de lucha humana por una vida mejor. Neruda
ha alcanzado la fe que puede mover las montañas, una fe tal
vez utópica pero razonable en el desarrollo de la humanidad
y la sociedad (la única fe posible en nuestra época después
que las religiones han degenerado y perdido su fuerza viva).
Es una fe que ha ayudado a Neruda a liberar su fuerza inherente
y a usarla con eficacia.
Al
mismo tiempo su poesía ha aumentado en realismo. Sin esfuerzo,
ella lanza cargas de objetos reales, literalmente desentierra
tesoros de la profundidad. Las palabras tienen algo palpable,
peso y fuerza y sonido como acaso nunca antes. Han llegado
a ser palabras con determinada misión, palabras dinámicas.
Neruda se ve también infinitamente ocupado indicando y nombrando;
es como si toda una creación hecha por él y emitida, tuviera
que ser sacada a la luz, cada objeto y cada fenómeno ser tocado
cariñosamente ser designado amorosamente. A la vez parece que
los sobretonos en su poesía han ganado en limpia, cristalizada
belleza. Si se ve la combatividad y la esperanza del porvenir
como el nuevo romanticismo de Neruda, éstos parecen inseparables
del fundamento realista, se presentan como su superestructura
consecuente.
El
poeta ha vencido la soledad, la tristeza de siempre, inclusive
las preocupaciones por la muerte, uniéndose en su lucha a la
muchedumbre y haciéndose en su poesía uno con ella. Eso le
da una confianza, una seguridad y una fuerza que de otro modo
no poseería. Ahora conoce su misión, puede poner todo, lo que
es y lo que tiene en realizarla. Tal vez haya detalles que
puedan excluirse de las obras de Neruda, como la "propaganda",
pero no tocan a lo esencial. Donde sus conceptos forman parte
completa y orgánica de la poesía, la "propaganda"
termina y la poesía domina.
Desde
la época en que escribiera "Canto General", Neruda
se nos presenta como un poeta excepcionalmente abierto y realista.
Nada en él tiene carácter de cámara, todo parece suceder al
aire libre, en calles y talleres, en la naturaleza y en el campo.
En eso puede recordar a Whitman, su único predecesor verdaderamente
americano. Pero su mundo es mucho más amplio que el de Whitman,
sus palabras mucho menos abstractas; su fraternidad no es sexual,
ni siquiera ideal, sino que es comunidad en la lucha, comunidad
en la obligación social.
De
América, Neruda se dirige al resto del mundo, especialmente
al viejo mundo europeo y asiático, el que encuentra que en gran
parte ha renacido por el comunismo. Esto sucede en una colección
nueva y amplia de poemas,"Las uvas y el viento", 1954.
En ella Neruda se presenta casi como un cronista en verso de
viajes, como un repórter atento que registra las distintas señales
de la lucha social, rinde homenaje a las riquezas de la naturaleza
y a los frutos del trabajo provoca visiones optimistas del futuro,
encuentra en todas partes nuevos hermanos de la comunidad en
transformación.
Escribe
poemas hermosos, claros, simples, pero naturalmente sin la familiaridad
penetrante que viene a ser poesía grande y conmovedora. Su
poesía se ha dejado impresionar por el reportaje, se mueve rápida
y resueltamente, con pasos de marcha alegres o enérgicos. Se
acerca a la afabilidad del lenguaje corriente de Maiakowsky,
de su escansión tipográficamente subrayada, pero sin colocar
los versos cortos en forma de escalones.
Junto
con este libro salió el primer tomo de sus "Odas elementales",
a las cuales ha seguido añadiendo desde entonces nuevas colecciones.
Allí, el cambio a una poesía diferente se cumple en sus motivos:
una especie de monografías sobre cada fenómeno imaginable,
en orden alfabético, y formalmente un verso quebrado de una
manera desafiante, una escalera escarpada de palabras, frecuentemente
con una sola palabra en cada verso. Parece implicar un esfuerzo
para dar un significado más intenso a cada palabra, separándolas
y destacándolas más explícitamente, haciendo el poema más accesible,
más evidente para el ojo, más popular, por medio de cierta simplificación.
Uno
de los poemas más cortos es "Oda a la esperanza":
"Crepúsculo
marino,
en
medio
de
mi vida,
las
olas como uvas,
la
soledad del cielo,
me
llenas
y
desbordas,
todo
el mar,
todo
el cielo,
movimiento
y
espacio,
los
batallones blancos
de
la espuma,
la
tierra anaranjada,
la
cintura
incendiada
del
sol en agonía,
tantos
dones
y dones,
aves
que
acuden a sus sueños,
y
el mar, el mar,
aroma
suspendido,
coro
de sal sonora,
mientras
tanto,
nosotros,
los
hombres,
junto
al agua,
luchando
y
esperando,
junto
al mar,
esperando.
Las
olas dicen a la costa firme:
Todo
será cumplido".
El
poeta tutea a los objetos, se dirige a los fenómenos, también
a los abstractos, impalpables, y les habla directamente, les
declara su amor, les realza, les interpreta. Se dirige a la
alegría y a la cebolla, al átomo y a la pobreza, al cobre y
al día feliz: nada le es demasiado grande o demasiado pequeño,
demasiado inmediato o demasiado lejano. Ha llegado a una libertad
extraña en un mundo sin fronteras, donde está emparentado con
todo y donde le gusta llamarse hermano o hijo. Parece haberse
libertado de un peso, de una carga que ha dejado atrás. Es
juguetón, descansado, gracioso y humorístico. Se encuentra
en equilibrio total con todo lo que le rodea.
En
medio de la productividad es como si hubiera tomado vacaciones,
es como una poesía de Veranito de San Juan. En verdad ha merecido
este recreo, esta facilidad (al menos aparentemente) despreocupada,
estas felices improvisaciones. La poesía ha llegado a ser obra
de diario simple y evidente, sin por eso carecer de elementos
sutiles y sublimes. Esta parece ser la poesía natural a que
siempre ha aspirado, maravillosa y obvia como las flores del
suelo, como las frutas de los árboles.
Es
una mesa enorme, puesta con todas las riquezas del mundo, a
la que Neruda invita. Prohíbe entrar en su casa a la tristeza:
allí vive un poeta, declara orgullosamente, y la tarea más importante
del poeta, finalmente, ha sido para él traer alegría, satisfacer
a los hambrientos. Los conflictos, las luchas aparecen más
de paso, suficientes como para que el cuadro no carezca de las
sombras necesarias. Odas elementales" muestran a
un poeta que se ha reconciliado con mucho, que ha alcanzado
algo de la comprensión tranquila, la armonía a qué su edad y
los golpes que ha recibido le dan derecho.
En
resumen, se pueden destacar etapas en el desarrollo poético
de Neruda: la poesía lírica de amor, tristemente intentada entre
los veinte y los treinta años; la poesía de muerte, de dramática
introversión, alrededor de los treinta años; la gran poesía
épica de lucha que se inició alrededor de los cuarenta años
y que entonó himnos a todos los objetos del mundo, que, le ha
ocupado después de los cincuenta años. Es un camino largo y
desde el principio hasta el final, una poesía conmovedora.
en:
revista Mapocho, Santiago, Editorial Universitaria, n°
45, diciembre de 1963