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IV
LOS
LIBERTADORES
AQUÍ
viene el árbol, el árbol
de la tormenta, el árbol del pueblo.
De la tierra suben sus héroes
como las hojas por la savia,
y el viento estrella los follajes
de muchedumbre rumorosa,
hasta que cae la semilla
del pan otra vez a la tierra.
Aquí viene el árbol, el árbol
nutrido por muertos
desnudos,
muertos azotados
y heridos,
muertos de rostros
imposibles,
empalados sobre
una lanza,
desmenuzados
en la hoguera,
decapitados por
el hacha,
descuartizados
a caballo,
crucificados
en la iglesia.
Aquí viene el árbol,
el árbol
cuyas raíces están vivas,
sacó salitre del martirio,
sus raíces comieron sangre
y extrajo lágrimas del suelo:
las elevó por sus ramajes,
las repartió en su arquitectura.
Fueron flores invisibles,
a veces, flores enterradas,
otras veces iluminaron
sus pétalos, como planetas.
Y el hombre recogió en las ramas
las caracolas
endurecidas,
las entregó de
mano en mano
como magnolias
o granadas
y de pronto,
abrieron la tierra,
crecieron hasta
las estrellas.
Éste es el árbol de
los libres.
El árbol tierra, el árbol nube,
el árbol pan, el árbol flecha,
el árbol puño, el árbol fuego.
Lo ahoga el agua tormentosa
de nuestra época nocturna,
pero su mástil balancea
el ruedo de su poderío.
Otras veces, de nuevo caen
las ramas rotas por
la cólera
y una ceniza amenazante
cubre su antigua majestad:
así pasó desde otros
tiempos,
así salió de la agonía
hasta que una mano
secreta,
unos brazos innumerables,
el pueblo, guardó los
fragmentos,
escondió troncos invariables,
y sus labios eran las
hojas
del inmenso árbol repartido,
diseminado en todas
partes,
caminando con sus raíces.
Éste es el árbol, el
árbol
del pueblo, de todos
los pueblos
de la libertad, de
la lucha.
Asómate a su cabellera:
toca sus rayos renovados:
hunde la mano en las usinas
donde su fruto palpitante
propaga su luz cada día.
Levanta esta tierra en tus manos,
participa de este esplendor,
toma tu pan y tu manzana,
tu corazón y tu caballo
y monta guardia en la frontera,
en el límite de sus hojas.
Defiende el fin de sus corolas,
comparte las
noches hostiles,
vigila el ciclo
de la aurora,
respira la altura
estrellada,
sosteniendo el
árbol, el árbol
que crece en
medio de la tierra.
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