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X
HOMENAJE
A BALBOA
DESCUBRIDOR,
el ancho mar, mi espuma,
latitud de la
luna, imperio del agua,
después de siglos
te habla por boca mía.
Tu plenitud llegó
antes de la muerte.
Elevaste hasta
el cielo la fatiga,
y de la dura
noche de los árboles
te condujo el
sudor hasta la orilla
de la suma del
mar, del gran océano.
En tu mirada
se hizo el matrimonio
de la luz extendida
y del pequeño
corazón del hombre,
se llenó una copa
antes no levantada,
una semilla
de relámpagos
llegó contigo
y un trueno torrencial
llenó la tierra.
Balboa, capitán,
qué diminuta
tu mano en la
visera, misterioso
muñeco de la
sal descubridora,
novio de la oceánica
dulzura,
hijo del nuevo
útero del mundo.
Por tus ojos
entró como un galope
de azahares el
olor oscuro
de la robada
majestad marina,
cayó en tu sangre
una aurora arrogante
hasta poblarte
el alma, poseído!
Cuando volviste
a las hurañas tierras,
sonámbulo del
mar, capitán verde,
eras un muerto
que esperaba
la tierra para
recibir tus huesos.
Novio mortal,
la traición cumplía.
No en balde por la historia
entraba el crimen pisoteando, el halcón devoraba
su nido, y se reunían las serpientes
atacándose con lenguas de oro.
Entraste en el
crepúsculo frenético
y los perdidos
pasos que llevabas,
aún empapado
por las profundidades,
vestido de fulgor
y desposado
por la mayor
espuma, te traían
a las orillas
de otro mar: la muerte.
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