
La
profunda afinidad entre el poeta Pablo Neruda y la Universidad
de Chile, se evidenció en el notable discurso que pronunció
el poeta al hacer entrega de sus libros y caracolas marinas
a la Universidad, el 20 de junio de 1954.
En esa
ocasión Neruda señalaba: "Yo fui recogiendo estos libros
de la cultura universal, estas caracolas de todos los océanos,
y esta espuma de los siete mares la entregó a la Universidad
por deber de conciencia y para pagar en parte mínima lo que
he recibido de mi pueblo", y agregaba: "Esta Universidad
no nació por decreto, sino de las luchas de los hombres, y
su tradición progresista, renovada por el Rector Gómez Millas,
viene de las sacudidas de nuestra historia y es la estrella
de nuestra bandera".De
manera que el poeta veía a la Universidad como una creación
genuinamente nacional, arraigada en el país y en su historia,
y por eso la escogió para entregar, a través de ella, sus
valiosas colecciones de libros y caracolas al patrimonio cultural
del país.
El
significado de este gesto, se evidencia en uno de los últimos
párrafos del discurso en que el poeta dice: "El esplendor
de éstos libros, la gloria oceánica de estas caracolas,
cuanto conseguí a lo largo de mi vida, a pesar de la pobreza
y en el ejercicio constante del trabajo, lo entregó a la
Universidad, es decir, lo doy a todos".
Neruda Estudiante
La
relación de Neruda con la Universidad de Chile, se remonta
a las primeras décadas de este siglo, a los años en que
el poeta era estudiante de un Liceo provinciano. Allí, gracias
a los excelentes profesores formados en el Instituto Pedagógico
de esta Universidad, conoció a la vanguardia de la poesía
europea de la época.
Gracias
a esa irradiación nacional que ejercía la cultura universitaria,
y a la eficacia de un sistema educativo creado por la Universidad
que llegaba a todos los rincones de nuestra geografía, fue
que un jóven provinciano lleno de inquietudes pudo entrar
en contacto con lo más avanzado de la cultura literaria
del momento.
También
en sus tiempos de estudiante del Liceo, Neruda se hizo corresponsal,
en Temuco - una ciudad situada en la región de la Araucanía,
en el lluvioso sur del país - de la revista Claridad, que
era el órgano de la Federación de Estudiantes de la Universidad
de Chile, FECH.
Neruda en el Instituto Pedagógico
En
1921, el poeta deja su querido sur y parte a Santiago para
estudiar francés en el Instituto Pedagógico. En sus Memorias
anota: "Después de muchos años de Liceo, en que tropecé
siempre en diciembre con el examen de matemáticas, quedé
exteriormente listo para enfrentarme con la Universidad".
Recuerda
las primeras pensiones cerca del Pedagógico, que entonces
se encontraba en el sector centro poniente de la ciudad
de Santiago, y su vida de estudiante poeta, en medio del
fervor juvenil de esos años en que la sociedad chilena empezaba
a transformarse en la medida en que emergía la clase media
como un nuevo y poderoso actor en la escena política.
En
esos años publica la "Canción de la Fiesta", uno
de sus primeros poemas, en la revista Claridad, y sus libros
iniciales: "Crepusculario", y "Veinte poemas
de amor y una canción desesperada".
De
este último apunta que los "trozos de Santiago fueron
escritos entre la calle Echaurren y la Avenida España, y
en el interior del antiguo edificio del Instituto Pedagógico".
Esos
fueron los tiempos del Neruda estudiante universitario,
la época en que vive la euforia de las fiestas de la primavera
y el entusiasmo del movimiento estudiantil, los años en
que el poeta conoce a los dirigentes de la FECH, entre ellos
al médico Juan Gandulfo, quien grabó en madera la portada
y las ilustraciones de Crepusculario, y a otros escritores
como Roberto Meza Fuentes, Eugenio González, Manuel Rojas,
José Santos González Vera y Alberto Rojas Giménez, a quien
le dedicó la célebre elegía "Alberto Rojas Giménez
viene volando". Y es ese ambiente lleno de incitaciones,
entusiasmos y fervores el que define el primer y decisivo
contacto del poeta con la Universidad de Chile.
La
donación de su biblioteca y de sus caracolas, 30 años después,
fue en parte un reconocimiento a esa "tradición progresista"
de la Universidad a la que Neruda alude en su discurso,
tradición que el mismo experimentó en sus tiempos de estudiante,
en los que ha de haber percibido que uno de los factores
que impulsaban la transformación y la modernización de la
sociedad chilena, eran los estudiantes y los profesionales
formados por la Universidad de Chile, institución a la que
confluían hombres de todas las regiones y de todos los estratos
humanos de la nación.
Allí,
en la Universidad, en esos años 20 del Neruda estudiante,
se estaba consolidando una clase media que iba a promover
modernización institucional y productiva, del Chile del
Siglo XX.
El
30 de marzo de 1962, el poeta volvió a la Universidad. Ese
día, en un acto presidido por el Rector Juan Gómez Millas,
la Facultad de Filosofía y Educación le otorgó la calidad
de Miembro académico "en reconocimiento a su vasta
labor poética de categoría universal".
En
el acto estaban presentes, además, el Secretario General
de la Universidad, Alvaro Bunster, y el Decano de Filosofía,
Eugenio González, que había sido compañero de Neruda en
las jornadas estudiantiles de los años 20.
Otro
de nuestros grandes poetas, Nicanor Parra, tuvo a su cargo
el discurso de recepción, en el que señaló "... yo,
en el nombre de todos mis colegas, me honro esta noche en
abrirle de par en par las puertas de la Facultad de Filosofía
y Educación de la Universidad de Chile. Mientras el poder
temporal lo despoja de su medalla de representante del pueblo,
que Neruda ganó en buena lid, don Andrés Bello lo llama
desde la eternidad de su columna de mármol y lo proclama
su hijo predilecto".
Al
referirse al despojo del poder temporal, Parra aludía al
desafuero de que había sido víctima el senador Pablo Neruda
en 1949.
El
discurso de incorporación de Neruda, versó sobre dos escritores
que fueron antiguos miembros de la Facultad de Filosofía:
Pedro Prado y Mariano Latorre.
Neruda
terminó sus palabras diciendo: "Entre todas las instituciones
de mi patria, aprendí a amar y respetar a la Universidad.
Junto con agradecer el honor que me confiere, pienso que
sólo un poeta como Nicanor Parra podía haberme recibido
en ella, trasmitiendo el fulgor de su resplandeciente poesía
a la noble distinción que la Universidad me ha dispensado
en esta noche".
Así,
con su incorporación como miembro académico de la Universidad
y sobre todo, a través de sus caracolas y sus libros, Neruda
ha quedado para siempre en la Universidad. Porque los libros
del poeta son parte esencial de su vida, y nos hablan de
su cultura, de sus aficiones, de sus pasiones de bibliófilo,
y de algunos lujos que le gustaba darse, como leer a los
clásicos castellanos en ediciones originales.
Aunque,
como el mismo lo indica, perteneció a una generación antilibresca,
amante de la vida, de la experiencia directa, Neruda valoró
enormemente el libro y la cultura literaria: "he amado
estos libros - anotó - como objetos preciosos, espuma sagrada
del tiempo en su camino, frutos escenciales del hombre".
Y
en su Memorial de Isla Negra les dedicó un poema que dice
en el final:
"Los
libros tejieron, cavaron,
deslizaron su serpentina
y poco a poco, detrás
de las casas, de los trabajos
surgió como un olor amargo
con la claridad de la sal
el árbol del conocimiento".
Al entregar
sus libros, el poeta dijo.
"Pertenecen
desde ahora a innumerables ojos nuevos.
Así cumplen su destino de dar y recibir luz."
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