Cuadernos de Temuco

Prólogo

El descubrimiento de los escritos juveniles de un gran escritor es un acontecimiento de importancia multifacética. Ante todo porque esos textos que el autor por lo general no llegó a publicar, o no quiso hacerlo, encierran, cifrado, mucho del misterio inicial y personal que más tarde va a expandirse en la obra consagrada. Así, las páginas re-descubiertas tienen la insustituible función de explicar mejor la madurez, a partir de su origen. Y ello no sólo para los científicos de la literatura, sino -ante todo- para el buen lector, el verdadero referente de todo autor.

Como en la vida, también en la literatura es válida la sentencia de Paul Bourget: "Grande es quien en su madurez realiza sus sueños de juventud". Con ello se debe discriminalizar definitivamente el temor que tuvo Pablo Neruda hacia el final de su vida: "Cuando me muera van a publicar hasta mis calcetines". Los calcetines de Neruda incluso, y en cualquier caso, valen al menos tanto como los de las Odas Elementales, los calcetines de lana que Maru Mor¡ le trajo en el invierno. Pero en el caso de los textos juveniles se trata de algo mucho más importante, precisamente en el sentido de Paul Bourget. Ellos entregan no sóIo una cifra de lo que Neruda iba a hacer más tarde. Es como si se tratase de un movimiento en el que la meta hubiese sido colocada en el inicio y el recorrido, aparentemente hacia el futuro, en verdad fue uno que iba tras la búsqueda del primer sueño.

El lector atento advierte que para llegar a escribir algo así como El libro de las preguntas, pasando por el descubrimiento de las Odas Elementales y por la humanización de la política y la metafísica en el Estravagario, era necesario caminar y desarrollarse buscándose en la infancia más temprana y su imagen más fresca y vital.

La poesía de Neruda, su vida y pensamiento más profundo tienen precisamente esa estructura circular de compleja búsqueda de lo más decididamente afirmatívo y humanizador. En ello radica su perenne importancia para nosotros todos y la relevancia de su inicio. Por tratarse de un proceso en que se alcanza la grandeza en la creciente simplificación, en la recuperación de la primera experiencia transparente y fresca, esa obra suya tiene su fundamento objetivo en la creación inicial. Paradojalmente dicho: las páginas primeras no alcanzan la altura de las posteriores sólo porque son su condición necesaria.


Antecedentes

Además de haber ido apareciendo ocasionalmente, algunas de las primeras obras de Neruda han advenido paulatinamente en las colecciones editadas por los herederos, los amigos y los expertos. Las tres compilaciones que contienen parte del opus juvenil son El río invisible (1980), Para nacer he nacido (1981), El fin del viaje (1982) y el Album Terusa (1923), editado por Hernán Loyola (1971).
Estas colecciones se orientaron inicialmente según el criterio general, aplicado por Neruda mismo, de publicar en forma de libro sólo aquello que en su tiempo había sido publicado en diarios o revistas. Pero ya en El fin del viaje se comenzó a publicar una serie de manuscritos inéditos. Al respecto, el criterio más consecuente habría sido sumar éstos al conjunto de manuscritos conservados y de preparar con ellos una edición crítica en el sentido propio del término. Es lo que intento en mi proyecto ulterior de edición crítica en desarrollo.

En todas las colecciones aludidas y en todas las referencias a la obra primeriza, se mencionan los así llamados Cuadernos Neftalí Reyes o, como suena mejor, los Cuadernos de Temuco (1919-1920). Ellos, los legendarios tres cuadernos obsequiados por Neruda a su hermana Laura, contenían la mayor colección de la poesía inicial. Las referencias a ellos hechas por los mejores estudiosos, Raúl Silva Castro y Hernán Loyola entre otros, apuntaban en la misma dirección.

Ahora descubiertos, puede decirse que la diferencia fundamental de los Cuadernos de Temuco con los manuscritos que se han podido conservar es, ante todo, que ellos fueron transcritos, ordenados, corregidos y distribuidos por Pablo Neruda en forma de libro. El hecho de que poco a poco fuese él sacando algunos poemas, para publicarlos o para incluirlos en Crepusculario, no contradice este hecho, precisamente porque todos los poemas que incluyó en los Cuadernos de Temuco fueron previamente "pasados en limpio" por Neftalí Reyes mismo (en algunas ocasiones por su hermana Laura probablemente), dándole así al conjunto un carácter de libro no publicado. Los tres cuadernos ahora encontrados constituyen por tanto un momento intermedio entre lo que es un manuscrito/borrador y un libro propiamente tal. De ahí también su enorme relevancia textual, histórica y humana.

El ambiente y su entorno

El ambiente personal y familiar, su inserción en la naturaleza del sur de Chile, las relaciones fundamentales con las instituciones del lugar y la época, el Liceo de Temuco, ante todo, han ido perfilándose en los magníficos textos de Confieso que he vivido y en el Neruda de Volodia Teitelboim. Ciertamente resta aún por hacerse y como una gran tarea, el recontruir una vida tan multifacética. Pero algunos momentos deben ser considerados como definitivos y vale la pena recordarlos aquí por ser el entorno en el que surgieron los Cuadernos de Temuco. Neftalí Reyes y su familia habían llegado a Temuco hacia 1910.

Volodia Teitelboim y los dos historiadores de Temuco, Eduardo Pino y Eduardo Ferrando (1) recuerdan que la ciudad comenzó por ser lo que todos los otros conglomerados de la zona del más lluvioso sur chileno: un campamento militar que devenía pueblo. Temuco y Cautín, provincias chilenas a partir de 1887, fueron el asentamiento del poderío nacional en el territorio aborigen: los baluartes de lo que eufemísticamente se llamó "pacificación de la Araucanía". Tropas al mando del coronel Cornelio Saavedra abrieron el espacio físico e histórico a la entonces llamada "Frontera". Incorporaron a sangre y fuego más de un millón de hectáreas fértiles al territorio chileno, desencadenando una "guerra total". (2) "Era la Pacificación definitiva que avanzaba lentamente en un largo convoy de 336 carretas con 2000 hombres de infantería, caballería y artillería. Cada jornada iba mostrando la retirada araucana que abandonaba sus campos dejando sus rucas en llamas y sus cultivos arrasados". (3) Recién muchos años más tarde también Neruda iba a dar cuenta de los hechos: "Los chilenos continuaron lo que se llamó la "pacificación de la Araucanía", es decir, la continuación de una guerra a sangre y fuego, para desposeer a nuestros compatriotas de sus tierras. Contra los indios todas las armas se usaron con generosidad: el disparo de carabina, el incendio de sus chozas, y luego, en forma más paternal, se empleó la ley y el alcohol". (4)

Cuando don José del Carmen Reyes se instaló en Temuco, viniendo de Parral en donde había nacido su hijo Neftalí Ricardo Eliecer en 1904, la ciudad era en realidad una aldea. "Llovía meses enteros, años enteros. La lluvia caía en hilos como largas agujas de vidrio que se rompían en los techos, o llegaban en olas transparentes contra las ventanas, y cada casa era una nave que difícilmente llegaba a puerto en aquél oceáno de invierno". (5) Neruda recuerda que entonces recién se empezaban a "construir las primeras casa y el terreno iba repartiéndose entre la gente a medida que llegaba. Alrededor se extendían los bosques y los campos en los cuales vivían los indios mapuches".(6). En 1910, a los seis años, Neftalí ingresa al Liceo de Hombres de Temuco. Allí iba a cursar enteros sus años de escolar, hasta el final de sus estudios secundarios, y allí fue escrita su primera poesía. Muy delgado, casi quebradizo entonces, se recordaba después: "Por las veredas, pisando en una piedra y en otra, contra frío y lluvia, andábamos hacia el colegio. Los paraguas se los llevaba el viento. Los impermeables eran caros, los guantes no me gustaban, los zapatos se empapaban. Siempre recordaré los calcetines mojados junto al brasero y muchos zapatos echando vapor, como pequeñas locomotoras. Luego venían las inundaciones, que se llevaban las poblaciones donde vivía la gente más pobre, junto al río. También la tierra se sacudía, temblorosa. Otras veces, en la cordillera asomaba un penacho de luz terrible: el volcán Llaima despertaba".(7)

El Liceo de Hombres de Temuco fue creado el 6 de abril de 1888 por un decreto del gobierno de José Manuel Balmaceda y venía a poner fin a la situación caótica y mediocre de la educación en la zona. "después de los trajines del caso, en el mes de marzo de año siguiente el establecimiento empezó a funcionar ocupando la antigua plaza Pinto. El primer día de labores, el rector Plácido Briones, de imponente silueta y con sus patillas españolas plateadas, esperaba rodeado de sus profesores en la puerta del liceo y saludaba a los padres, apoderados y vecinos que ese día habían vestido sus mejores galas para ir a dejar a sus muchachos y solemnizar tan importante paso que daba el progreso de la ciudad."(8) La vida en el hogar ya ha sido abundantemente descrita, al menos de acuerdo a fuentes disponibles.

La vida del liceo debe ser aludida al menos sumariamente.(9) Su más cercando consdiscípulo y amigo, Gilberto Concha Riffo iba llegar a convertirse en Juvencio Valle, uno de los mejores poetas chilenos: con él, Neftalí conoció El Quijote, también a Walt Whitman. Otros compañeros cercanos iban a ser figuras importantes y su presencia en Temuco muestra que la modestia del entorno escondía un verdadero rango cultural: Alejandro Serani, luego gran Maestro de la Gran Logia y profesor de Derecho Civil en la Universidad de Chile, el escritor Diego Muñoz, el profesor Norberto Pinilla, Gerardo Seguel, poeta. "A la ciudad de Temuco llegó el año 1910. En este año memorable entré al liceo, un vasto caserón con salas destartaladas y subterráneos sombríos. Desde la altura del liceo, en primavera se divisaba el ondulante y delicioso río Cautín, con sus márgenes pobladas por manzanos silvestres. Nos escapábamos de las clases para meter los pies en el agua fría que corría sobre las piedras blancas. Pero el liceo era un terreno de inmensas perspectivas para mis seis años de edad. Todo tenía posibilidad de misterio. El laboratorio de Física, al que no me dejaban entrar, lleno de instrumentos deslumbrantes, de retortas y cubetas, la biblioteca, eternamente cerrada. Los hijos de los pioneros no gustaban de la sabiduría. Sin embargo, el sitio de mayor fascinación y una oscuridad muy grandes. Alumbrándonos con velas jugábamos a la guerra. Los vencedores amarraban  a los prisioneros a las viejas columnas. Todavía conservo en la memoria el olor a humedad, a sitio escondido, a tumbas, que emanaban del subterráneo del liceo de Temuco."(10)

A ese inicio más bien idílico iba a suceder un distanciamiento progresivo, con hombres y con cosas: "Los muchachos en el liceo no conocían ni respetaban mi condición de poeta." (11) Y también su relación con profesores y disciplinas fueron al menos variables e inconstantes. He encontrado en el Archivo Central de la Universidad de Chile los certificados con las calificaciones que Neftalí Reyes recibiera durante todos sus años de estudio secundario en el liceo, y una mirada somera en esos documentos puede ilustrar algo. En el conjunto de los seis años de las "humanidades" (1914-1920), Neruda estudió Castellano, Matemáticas, Francés, Inglés, Ciencias Naturales, Historia y Geografía; a partir del tercer año (1917) Física y Química, y desde 1920 también Biología. Las calificaciones tenían tres alternativas: distinguido, aprobado y reprobado. Durante los seis años, Neftalí sólo una vez obtuvo un "distinguido" -en Francés en el segundo año (1914)-. El resto son sólo aprobados, suficientes para seguir al próximo año. Y una gran cantidad de veces fue reprobado teniendo que repetir en el mes de marzo siguiente la asignatura fracasada a fin del año. El documento que he encontrado reúne todas las materias en que reprobó, y la lista es considerable. Desde 1914 a 1916 parece haber pasado por su mayor crisis de rendimiento. Reprobó en Matemáticas en el primer, segundo y tercer años; en Inglés y Francés en el segundo año; en Historia y Geografía en el segundo, cuarto y quinto año. Pero pese a todo recibirá la autorización correspondiente para rendir su bachillerato ante la Universidad de Chile en Santiago.

Juvencio Valle se retrata a sí mismo y al compañero Neftalí. Todas las vivencias de mundo en descomposición, que cautivan a los más de los adolescentes, no les eran extrañas, pero simultáneamente aparecen en una vida naturalmente ejercida: "Ese sus misterioso halo interior me arrastraba a su lado y me hacía sentirme bien en su compañía. Mientras nuestros compañeros corrían en comparsa, saltaban y daban grandes voces a nuestro alrededor, a nosotros se nos pasaba el día observando las cosas menudas del mundo: una hoja, un insecto, una línea cualquiera. (...) No éramos niños graves ni profundos. Nuestra amistad era natural. Eramos vehementes y entusiastas", en las carreras, sin embargo, "hasta los mismos cojos nos dejaban atrás". (12)

Su encuentro poético más importante de la época liceana fue ciertamente con Gabriela Mistral, Lucila Godoy, directora del Liceo de Niñas de Temuco y por entonces ya célebre por sus "Sonetos de la Muerte", premiados en un concurso santiaguino. "Por ese tiempo llegó a Temuco una señora alta, con vestidos muy largos y zapatos de taco bajo. Era la nueva directora del liceo de niñas. Venía de nuestra ciudad austral, de las nieves de Magallanes. Se llamaba Gabriela Mistral. Yo la miraba pasar por las calles de mi pueblo con sus ropones talares, y le tenía miedo. Pero, cuando me llevaron a visitarla, la encontre buena moza. En su rostro tostado en que la sangre india predominaba como un bello cántaro araucano, sus dientes blanquísimos se mostraban en una sonrisa plena y generosa que iluminaba la habitación. Yo era demasiado jover para ser su amigo, y demasiado tímido y ensimismado." (13)

Pese a ello, la vida y el talento de ambos hicieron posible que ella leyera los poemas que él le hiciera llegar para encontrarlo luego de la larga espera. "Me he arreglado para recibirlo. Estaba enferma. Per o me puse a leer sus versos y me he mejorado, porque tengo la seguridad de que aquí sí que hay un poeta de verdad (...) Una afirmación de esta naturaleza no la he hecho nuunca antes."(14) Ella le obsequió los clásicos rusos, "me embarcó en esa seria y terrible visión de los novelistas rusos y Tolstoi, Dostoievski, Chejov, entraron en mi más profunda predilección".(15) Otros amigos, mayores también, como Augusto Winter le abrirán anárquicamente otros mundos: Vargas Vila, Strindberg, Ibsen, Felipe Trigo, Diderot, Rimbaud, Baudelaire, Verlaine, Sully Proudhomme, pero también Salgari y Julio Verne. En los poemas de los Cuadernos, Neftalí completará la lista, con sorpresas.

Origen, Sentido y Significación de los Textos

Sus primeras "obras literarias" parecen haber sido las cartas de amor que escribiera a la niña Blanca Wilson, saliendo en ayuda de un camarada. "Esta muchacha era la hija del herrero y uno de los muchachos, perdido de amor por ella, me pidió que le escribiera sus cartas de amor". Al descubrirlo ella con el tiempo, "me preguntó si yo era el autor de las cartas que le llevaba su enamorado. No me atreví a renegar de mis obras y muy turbado le respondí que sí. Entonces me pasó un membrillo que por supuesto no quise comer y guardé como un tesoro".(16)

Poco tiempo más tarde sentirá por primera vez la experiencia mágica del placer de confundirse con una mujer. Tras una trilla, al reposar en un granero, "me quedé dormido. Desperté de pronto porque algo se aproximaba a mí, un cuerpo desconocido se movía debajo de la paja y se acercaba al mío. Tuve miedo. Ese algo se arrimaba lentamente. Sentía quebrarse las briznas de paja, aplastadas por la forma desconocida que avanzaba. Todo mi cuerpo estaba alerta, esperando. Me quedé inmóvil. Oía una respiración muy cerca de mi cabeza. De pronto avanzó una mano sobre mí, una mano grande, trabajadora, pero una mano de mujer. Me recorrió la frente, los ojos, todo el rostro con dulzura. Luego una boca ávida se pego a la mía y sentí, a lo largo de todo mi cuerpo, hasta mis pies, un cuerpo de mujer que se apretaba conmigo. poco a poco mi temor se cambió en placer intenso. Mi mano recorrió una cabellera con trenzas, una frente lisa, unos ojos de párpados cerrados, suaves como amapolas. Mi mano siguió buscando y toqué dos senos grandes y firmes, unas anchas y redondas nalgas, unas piernas que me entrelazaban, y hundí los dedos en un pubis como musgo de las montañas. Ni una palabra salía ni salió de aquella boca anónima...".(17)

Esta vivencia directa del gozo carnal se reflejará en los Cuadernos de Temuco con todas las contradicciones del caso: el misterio, el miedo, la culpa, el ensueño, el goce en la espera, también el "pecado". La gravitación de lo religioso y su entorno propio han sido mezquinamente estudiados en la obra de Neruda. Los testimonios más relevantes serán referidos más abajo. Una semejante incertidumbre queda, pese a todo, respecto al otro momento significativo y que ha devenido lugar común: el compromiso político que vituperan los adversarios y elogian los partidarios. En los textos de los "Cuadernos de Temuco" aparecen en su primera versión "Las maestranzas de la Noche". Pero la indudable tendencia debe quedar relativizada al menos por un silencio tan significativo como las palabras. Pese a la visible gravitación de la "pacificación" sangrienta en la institución de Temuco, es notable constatar que en toda esta época, también en los Cuadernos, no se encuentran ni una sola alusión explícita ni implícita a ella. Sólo cabe pensar en dos alternativas: o bien el joven Neruda se resistió a ver hechos vigentes o bien internalizó el discurso ideológico vigente que identificaba la masacre con la pacificación (masacre = pacificación = nada). La ausencia es constatable, tanto como la de la Guerra Mundial. Se hace necesario diferenciar en el análisis de la iniciación política de Neruda, pero ello -a su vez- con todavía mayor complejidad. Porque si bien todo esto es cierto, un cierto modo de radicalidad también va a aparecer si equívocos. En un poema publicado en La mañana de Temuco el 21 de enero de 1922, que he encontrado en la Biblioteca Nacional de Santiago y del que no da cuenta hasta hoy ninguna bibliografía, el joven Neruda va a hablar implacablemente del vínculo entre la sociedad y su brazo armado, el ejército que había masacrado a los indígenas. El antimilitarismo que debía caracterizar su anarquismo individualista inmediatamente ulterior, es maravillosamente articulado en este texto paralelo a los Cuadernos de Temuco y que anticipa sus líneas finales, las de 1973, para condenar a la dictadura abyecta y que traía la mayor masacre:

El maestro entre los hombres

- Y tú ¿qué haces? díjole.
Y el hombre le repuso: - Soy
obrero del fierro y del bronce.
Mi martillo machaca el metal sobre
la bigornia y de ahí sale el metal purificado.
Vivo escondido, detrás de mi fragua,
cantando mientras trabajo. Trabajo,
Maestro, y eso es todo.
Y él respondió: -Trabaja, hermano,
que en tu fragua se está modelando el porvenir.
-Y tú ¿qué esperas, mujer?
-Yo soy la esposa del labrador, le dijo,
y a él espero. Allá, en la llanura, bajo el
látigo del mayoral y la furia del Sol, él
está. Lo espero en las tardes, en esta colina,
porque mi sonrisa le haga dulce el regreso.
Nuestra vida es triste, oh Señor, pero di
la palabra que haga bella la vida del hijo
que duerme en mi vientre.
Y el maestro le dijo: -Te bendigo, hermana, porque de tu
vientre nacerá el porvenir.
Siguió su camino el Maestro.
En un recodo solitario un hombre meditaba. Se acercó a él en silencio y lo observó. Las cejas negras, divididas por la vertical arruga de la sabiduría, los cabellos grises, la espalda agachada, aquel hombre era la rebeldía sobre el dolor y la fatalidad.
Y el maestro le dijo: -Piensa, hombre, que tu pensamiento creará el Porvenir.
Y el pensador le sonrió.
Aún se detuvo a interrogar a otro hombre.
Y éste le dijo: -Soy soldado. En la paz no hago nada, en la guerra, mato. Encarno la Fuerza de la lucha con la Idea. Soy el recipiente del Pasado. Por dos cuartas de tierra mataré hombres, destrozaré ciudades, robaré, violará, moriré. Mando sin "para qué" y obedezco sin "por qué". Soy soldado.
Y díjole el Maestro: -Hermano, desgarra tu vestidura de guerrero, arroja tus armas y rebélate, que estás ahogando el Porvenir.
Pero el soldado no le escuchaba. (18)

Cuando Neftalí, por otra parte, aludía en su primer escrito publicado, el artículo Entusiasmo y perseverancia (1917), a la necesidad de alentar a  "las clases obreras", se estaba haciendo cargo de una realidad visible en Temuco, ciudad pobre. "Cuando corrío el año 1916 el Hospital de Caridad tenía sólo 35 camas para hombres y 17 camas para mujeres. Temuco alcanzaba a 16.000 habitantes y en ese plazo, al terminar las dos epidemias podía advertirse que sólo había una cama por cada 350 habitantes" (19).

Los motivos y el origen

La reflexión retrospectiva de Neruda, y con ello la de sus biógrafos, tiende a crear la imagen originaria de un niño más o menos tímido, incluso torpe, pero ante todo inmerso en una inmensa naturaleza verde, gigante, lluviosa y predominante. Arboles, escarabajos, espacio cósmico como objetividades dominantes y caracterizantes. También aquí la revisión cuidadosa de los textos de la época debe conducir a conclusiones mucho más complejas y diferenciadas. Ellas deberán tener   en cuenta, al menos, una preeminencia absoluta de dos factores en complementación híbrida: lo religioso y lo erótico, ambos en interacción casi obsesiva. La búsqueda de la mujer, joven y casi niña, pero mujer del todo, es dominante y a la vez cargada de un significado abstracto:

Por qué te busco, por qué te busco tanto?
he cruzado los yermos, he mojado con llanto
mi difunta alegría...(20)

(253)

Entre los surcos de tu cuerpo moreno
es un racimo que a la tierra llega.
Torna los ojos, mírate los senos
son dos semillas ácidad y ciegas
(...)
La palabra de qué concepto pleno
será tu cuerpo?

(305)

La madurez de la experiencia erótica es notable, el margen de su percepción casi increíble en un adolescente, pero precisamente por ello significativa en extremo:

Como un surco en descanso sentí tu cuerpo abrirse
para recibir la ofrenda máxima de mi ser
... Sentir... tremar, Y oh tierra, hundirse,
                                                 hundirse, hundirse
así como los soles en el atardecer...
Y la siembra caliente que desciende y que entrega
su tesoro instintivo de sangre y de calor,
mientras en el vacío tiemblan las manos ciegas
de haber tactado tanto racimo de esplendor!

(299)

La vivencia carnal llega a tal punto de diferenciación e intensidad que tiende incluso a sobrepasar la medida de lo natural, de los usual. Las mujeres son denominadas entonces "bestias sexuales" (243). Los campesinos, sus esposos, deber "estar contentos de su animalidad" (292). Pero precisamente este ascenso de la intensidad se va a articular con lo específicamente religios. En la "Llaga mística" la mujer deviene la virgen de Berceo:

Querría entregarte las rosas del deseo
que en su celda llagada Gonzalo de Berceo
ofrecía a la virgen florecida de azul.

(249)

Como el amor, el erótico y el "puro", lo religioso del Neruda adolescente devienen, en su interacción, los momentos trascendentales. La visión del mundo deviene así mística:

Como el pájaro tibio
que mira a Dios yo escucho
y miro los rosales que florecen.

(261)

La vida que debe seguir a la muerte es una exigencia de principio:

No nos digas el cuándo, no nos digas el cómo,
pero dinos adónde nos llevará la muerte!

(259)

La familiaridad que todo místico tiene con lo divino, con Dios, llega en el Neruda adolescente a una singular solicitud:

dame una mano amiga, dame un fruto, Señor,
dame dos senos tibios, dos ojos amados...

(251)

La influencia misma, la imagen inicial y decisiva, porque instituye el arquetipo existencial que Neruda va a buscar legítimamente en la felicidad, la alegría y el gozo, es valorada también desde lo religioso:

Infancia mía triste
clara como un albo voto de castidad
Horas mías lejanas, horas mías perdidas
que entre la lejanía se santifican más

(244)

Este complejo todo recibe un adicional elemento. La percepción inicial, radicalmente positiva, va a articular una imagen casi paradigmática de motivos que traen al recuerdo la ternura de Gabriela Mistral, sus rondas, referidas al niño como arquetipo. También los juguetes que acompañaron a Pablo Neruda durante toda su vida:

Quedo pensando la niña
en los corderitos blancos,
mientras la luna besaba
los caminos desolados.
(...)
Montón de lana hecha cielo,
lana crespa, lana blanca,
lana como la de aquellos
corderos de Tierra Santa.

(255-256)

Es en este contexto que deberán entenderse los motivos sociales, particularmente los de las "Maestranzas de la noche", hacia el final del tercer cuaderno. Allí, consecuentemente, y sin forzar las cosas, Neftalí une su deseo de justicia ("el grito se me crispa como un nervio enroscado") con el melancólico lamento por obreros ya muertos, por ánimas suyas merodeando el lugar al que fueron a buscar y producir la vida y del que sólo recibieron la muerte.

Esta enorme y compleja trabazón tiene, pese a todo, un inicio notable por su pureza positiva, y quiero destacarla aquí precisamente para poder mostrar la alienación ulterior a que ella es llevada. Desde el primer poema, el que inica los Cuadernos, la vivencia de lo positivo es absoluta

Amo la mansedumbre y cuando entro
a los umbrales de una soledad
abro los ojos y los lleno
de la dulzura de su paz.
(...)
Yo encuentro en las quietudes de las cosa
un canto enorme y mudo.
Y volviendo los ojos hacia el cielo
encuentro en los temblores de las nubes,
en el ave que pasa y en el viento
la gran dulzura de la mansedumbre.

(41)

Incluso la pregunta sobre la muerte recibe en la imagen inicial una respuesta sorprendente en la constitución de una subjetividad sin fisuras, autosuficiente:

Las almas se recogen en sí mismas. Son fuertes.
Se han calentado en todos los dolores humanos.
Nada temen ni esperan, cuando venga la muerte
la esperarán tal como si llegara un hermano.

(61)

Es en oposición a este punto de partida que van a ir surgiendo en los Cuadernos los motivos que conducen paulatinamente al nihilismo extremo de la Residencia en la tierra. También aquí se combina la vivencia con lo religioso, en su "Sinfonía brumosa":

En la sangre cansada luz firme inquietud,
oro santo de nobles cansancios que pasaron,
los días recogidos
en nuestras manos albas
santificadas por Nuestro Señor,
el de las hojas y el de los momentos
que no tuvieron el hondor de olvido
y que crucificaron en dolor.
Nuestro señor dolor,
por todos los minutos
y por las aguas brutas de la infecundidad.
Señor, señor, señor...

(161)

Al mismo tiempo va encontrando formulaciones impresionantes de vivencia mística:

en lo infinito la luz se hizo montaña.

(162)

y en un poema que llama "Las transparencias crueles" Neruda comienza ya a descubrir lo que llama "la sacrificante caravana espectral" en un "temblor de vida y en un cerco enlutado" (162). In crescendo al pasar del cuaderno segundo al tercero, va a llegar a valorar su adolescencia como vacío:

Es que ya siento que se va mi adolescencia y va dejando que revienten los frutos negros del dolor.

(248)

Los autores que lo orientaron, además de Juan Lorrain, debieron ser "el decadente feudal Valle-Inclán", Felipe Trigo y sus "virgenes rubias", "los dolores de Verlaine" y "luego Schopenhauer que se llevó mi alegría (275). Y para sorpresa escribe Neftalí en "La busca":

El buen loco de Nietzsche decía
en la casa llena deja de cantar
pero canta y canta en la casa vacía
-tu voz sea un grito disuelto en el mar-.

(287)

Pero este camino prospectivo de los Cuadernos de Temuco no se detiene en la anticipación de Residencia en la tierra. Neruda encuentra aquí también todo el reservario que aparecerá en Estravagario para entender lo trascendental desde la capacidad reductiva del humor. A la misma niña amada que trae el dolor, Neftalí le dice:

Chiquilla (yo me acuerdo que usabas taco bajo).

(272)

Le cuenta extravagancias lingüísticas:

Yo creo que pitea y no pita un tren.

(271)

Y da toda una clase de humor en un poema escrito durante la clase de Química.

La artesanía de la palabra

Neftalí no sólo reúne en un todo complejo los motivos de su poesía. Comienza a crear lenguaje poético y a experimentar con el tono, el sonido, el ritmo de la construcción. Ciertamente impresiona verlo respetar las reglas métricas fundamentales, jugar certeramente con la rima, encontrar títulos notables para poemas que no lo son tanto. Pero ante todo impresiona verlo desarrollar un vanguardismo (con elementos románticos tardíos) que nunca se olvida de la regla decisiva del arte; decirlo todo en belleza. Así van surgiendo un torbellino de giros notables y de palabras inventadas: "los multifolios" (156), "se adurmió" y "adormido" (158) "cielos almáticamente azules" (159), "alucinantemente" (162), "soñación" (164) y "perfumación" (177), una cierta "paz crepuscularia" (229), "la noche lunada" (229), la "albura" (239), el decir "temblante" en lugar del manido "tembloroso" (247), "finir" y no "terminar" (267) o simplemente "tremantes campanas" (251), "trigaladas" (253) o "árbol primifloro" (303).

Abstracciones como "transparencias crueles" o "hundo mis dientes jóvenes en las manzanas tristes" (223), anticipación refrescante del Estravagario. Como lo es también: "llevé mis versos como un dolor de muelas" (271). Y giros notables como "el canto vacío asomado en los labios" (156) y "se ha quedado callado como un pájaro el viento" (216) y:

La hoja cae,
cae el dulce retoño,
y el fruto vibra como un seno suave
presintiendo las rutas del otoño

(261)

y también:

en cansancios y en vagas urdimbres de hastío
vibran, pájaros ciegos, las preguntas sumisas.

(161)

Entretanto el joven Neftalí iba transformándose en un poeta consagrado. En los Juegos Florales de Maule en 1919, obtuvo un galardón. El documento-diploma lo he encontrado en el archivo central de la Universidad de Chile.

Diploma.
Juegos Florales de Maule.
La composición poética "Comunión ideal" de don Neftalí Reyes ha sido calificada por el jurado como acreedora a la tercera recompensa. Por tanto se le otorga el premio respectivo y se deja constancia de ese triunfo por medio del presente diploma.

Cauquenes, 8 de octubre de 1919.
(firma: el presidente del jurado: A. Méndez Bravo,
secretario: Guillermo Rojas Carrasco).

Los  Cuadernos de Temuco y su Aventura

El conjunto de poemas que componen los tres volúmenes de los Cuadernos de Temuco fueron transcritos casi en su totalidad por el joven Neruda. Han sido también denominados Cuadernos de Neftalí Reyes porque (al menos en el tercero) él asentó el timbre de goma que había mandado a hacer para profesionalizar su autoría.

Cada uno de los cuadernos del número general correspondiente (1,2 y 3) están numerados según dos series, probablemente por el mismo autor. En cada página va un número arriba y otro al pie de página. El primer cuaderno comienza con el número 41 arriba y el 22 abajo, lo cual da a pensar que hubo textos anteriores. La serie de la parte superior que comienza como página 41 termina con la página 319. La serie de pie de página comienza con el 22, pero po defectos de la copia deja de aparecer numerada con el número 132. El orden de los textos es cronológico y hace aparecer el conjunto como una suerte de "diario poético". La caligrafía y las escasas correcciones testimonian de un conjunto que el joven Neruda consideró como definitivo. La cronología se altera excepcionalmente (154: noviembre; 155: 23 de octubre). En la fotocopia descubierta faltan en el cuaderno 1 de las páginas 89-92 (numeración enparte superior de la página), 43-46 (numeración en parte inferior) y 96-104 (resp. 50-53).

He respetado el texto, y la transcripción es absolutamente fiel, salvo en los casos señalados en que la fotocopia deja dudas y que señalo explícitamente. Los cambios de la ortografía se refieren al desuso ("y" en lugar de "i", "g" en lugar de "j") y a reglas de acentuación también en desuso.

Otra serie de poemas de juventud, pero considerablemente más reducida que los  Cuadernos de Temuco es Helios, con poemas escritos entre 1920 y 1921 que conservó también Laura Reyes. Algunos de esos poemas pasaron a Crepusculario, y el resto fue publicado en El río invisible recopilado por Matilde Urrutia. Una buena parte de los textos que aparecen en Helios están incluidos en el tercero de los Cuadernos de Temuco (1920), pero en versión que Helios corrige en parte.

La "historia" del ejemplar de los Cuadernos de Temuco que edi´o es la siguiente. Laura Reyes regaló a su sobrino político, Rafael Aguayo, un hijo de un hermano de su marido, el original del Cuaderno Helios y los tres Cuadernos de Temuco. Estos fueron vendidos por Aguayo a un coleccionista de manuscritos que los hizo subastar en la casa Sotheby's (Londres) -en los años ochenta-. Aguayo se negó a entregar fotocopias de los Cuadernos. Matilde Urrutia por su parte permaneció  inflexible y se negó a comprar lo que sentía ser de su propiedad. La casa Sotheby's, pese a reiteradas solicitudes, se negó también a comunicar la identidad de quien adquierió los originales (21). La fotocopia encontrada recientemente apareció de modo más o menos fortuito, pero gracias a la inestimable mediación del poeta Bernardo Reyes, sobrino de Neruda. La propiedad  en que él vive en Temuco es parte de un todo mayor y en el que en el curso de lso años se han hecho muchas transformaciones. Junto con encontrarse muchas veces colecciones de documentos sin mayor relevancia, en una de esas reordenaciones Bernardo Reyes encontró la fotocopia de los Cuadernos y recibió de Rafael Aguayo la confirmación de su identidad con los originales.

Mis mejores agradecimientos corresponden por eso a don Bernardo Reyes, a la Fundación Neruda y a su presidente Juan Agustín Figueroa, que me confiaron la edición, a Tamara Waldspurger, jefa de archivo y bibliotecaria de la Fundación Neruda, por su ayuda en los trabajos de transcripción, y a Gladys Sanhueza del archivo central de la Universidad de Chile. Agradezco también a Washington Monsalve de la Biblioteca Nacional de Santiago su eficaz colaboración. Reconocimiento especial para Heidi Seyde y Regina Czaja por su solidario y cuidadoso trabajo de escritura.

Victor Farías


Notas

(1) Eduardo Pino, Historia de Temuco. Biografía de la capital de la Frontera, Temuco, 1969. Ricardo Ferrando: Y así nació la frontera.Conquista, guerra, ocupación, pacificación. 1500-1900, Santiago, 1986.

(2)Volodia Teitelboim, Neruda, págs. 20-21.

(3) Eduardo Pino, op.cit., pág 18.

(4) Pablo Neruda. Confieso que he vivido, Madrid, 1994, pág. 12.

(5) Ebda., pág 11.

(6)Volodia Teitelboim, op.cit., pág 21.

(7) Pablo Neruda, Confieso que he vivido, pág. 11.

(8) Eduardo Pino, op.cit., págs 38-39.

(9) Ver también: Diego Muñoz, Las tres etapas de la lírica nerudiana, Santiago, 1979, importante por ser Muñoz un condiscípulo de Neruda en el Liceo de Temuco.

(10) Pablo Neruda, Confieso que he vivido, págs. 16-17.

(11) Op. cit., pág. 17.

(12) Volodia Teitelboim, op. cit., pág. 27.

(13) Pablo Neruda, Confieso que he vivido, pág. 29.

(14) Volodia Teitelboim, op. cit., pág. 33.

(15) Pablo Neruda, Confieso que he vivido, pág 29.

(16) Op. cit., pág. 17.

(17) Op. cit., págs. 37-38.

(18) La mañana de Temuco, 21 de enero de 1922.

(19) Eduardo Pino, ob. cit., pág 66.

(20) Cito los Cuadernos de Temuco según la numeración del manuscrito.

(21) Rafael Aguayo publicó un artículo en 1984 en el que, sin dar mayores precisioones, anuncia la existencia de los Cuadernos, y reproduce algunos poemas (Rafael Aguayo: "Poesía desconocida de Pablo Neruda", en Revista Universitaria. Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Nº 11, primer trimestre de 1984, págs. 83-85).


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