XVIII.
El Neruda de Huidobro
René
De Costa
Comienzo
con una declaración: me considero nerudiano..., y huidobriano.
Por eso algunos me acusarán de bigamia, pero el hecho es que
me gustan los dos. Neruda y Huidobro me tienen fascinado; me
atraen tanto por sus pequeñeces como por su grandeza: por las
consabidas debilidades de vaca sagrada y de pequeño dios, y
por la desmesurada grandeza de su singularidad poética. Quizá
por eso me interesa tanto lo que les aproximó (la poesía) como
lo que les separó (su carácter).
Lo
que me propongo es mostrar algunas facetas poco conocidas y
otras totalmente ignoradas de la relación Neruda-Huidobro[1]. Y para realizarlo, he de referirme
a una serie de documentos: portadas y colofones, textos impresos
y manuscritos, recortes y borradores que testimonian
el itinerario de esta relación así como la odisea de mi largo
y lento descubrimiento de la auténtica naturaleza de esta relación
-llena de simpatías y diferencias, aproximaciones y distanciamientos-
entre ambos. Y fueron las pugnas entre Huidobro y Neruda las
que mantuvieron divididos a sus lectores, las que los ubicaron
en campos opuestos: nerudianos y huidobristas, huidobrianos
y nerudistas -imposibilitando, o al menos orillando a la clandestinidad
bigamias como la mía.
El
año 1938 fue acaso el momento más agitado de la contienda. En
junio, la revista Ercilla (con su acostumbrada malicia)
dio cuenta de un encuentro en el Salón de Honor de la Universidad
de Chile: "Una batalla en la universidad-liridas huidobristas
y nerudianos discutieron". Dos años antes, en el 36, Arturo
Aldunate Phillips había dado una charla en el mismo salón sobre
"El nuevo arte poético de Neruda". En esta ocasión
eludió, muy discretamente por cierto, a la enemistad de los
poetas (cuyos nombres omitió) y dio a conocer unos fragmentos
de un inédito de Neruda -que por el contexto no cabe dudar que
se trata de una réplica bélica, altiva y agresivamente titulada
"Aquí estoy". Aldunate se explica: "Desgraciadamente
se trata de una composición que, por su índole personal, no
puede ser dada a conocer totalmente y que, por el lenguaje crudo
que en ella se emplea, debe quedar al margen de lo que puede
publicarse. Sin embargo...”
Sin
embargo, al publicar la charla, Aldunate interpela los fragmentos
leídos en ella. Comienzan así:
Aquí
estoy con mis labios de hierro
y un ojo en cada mano,
y con mi corazón completamente,
y viene el alba y viene
el alba, y viene el alba
y estoy aquí a pesar
de perros, a pesar
de lobos, a pesar
de pesadillas,
a pesar de pesares
estoy lleno de lágrimas y amapolas cortadas
y pálidas palomas de energías,
y con todos los dientes y los dedos escribo
y con todas las materias del mar,
con todas las materias del corazón escribo...
Y
es aquí donde el crítico interrumpe el discurso de Neruda, esto
es, suprime un buen número de versos aunque indicando siempre
con una línea de puntos suspensivos que se omitía algo.
¡Qué
y cuánto omitía sólo supe en el año 68! En ese entonces trabajaba
sobre mi tesis doctoral (sobre Pedro Prado) en el ex-Instituto
de literatura Chilena en Macul. Revisando el archivo que Armando
Donoso había donado al Instituto, tropecé con unas páginas escritas
a máquina que contenían una versión no expurgada de "Aquí
estoy". Aldunate había publicado 63 versos. La versión
mecanoescrita consta de cinco folios y de unos 250 versos.
Pero mi historia -disculpen- es más larga aún. Diez años después,
en 1978, cuando disponía para la publicación mi libro sobre
The Poetry of Pablo Neruda (Harvard, 1978), decidí consultar
la colección nerudiana en la biblioteca de la Universidad Estatal
de Nueva York en Stony Brook y allí encontré otra copia de "Aquí
estoy".
Esta
versión, también de unos 250 versos, es igual a la del archivo
Donoso. Para dar una idea de lo que suprimió Aldunate reproduzco
-y sólo de la primera página- la continuación del poema:
…con
todas las materias del corazón escribo.
¡Cabrones!
¡Hijos de putas!
Hoy ni mañana
ni jamás
acabaréis conmigo!
Tengo llenos de pétalos los testículos,
tengo lleno de pájaros el pelo,
tengo poesía y vapores,
cementerios y casas,
gente que se ahoga,
incendios,
en mis "Veinte poemas",
en mis semanas, en mis caballerías,
y me cago en la puta que os malparió,
Derokas, patíbulos,
Vidobras,
y aunque escribáis en francés con el retrato
de Picasso en las verijas…
La
alusión a Vicente Huidobro es evidente (tanto como la que atañe
a Pablo de Rokha).
El
poema es crudo, pero bueno. Es difamatorio, lo que explica
que no fuese publicado y que sólo circulase de mano en mano.
La copia de Stony Brook es de 1954, según reza una suerte de
colofón:
La
presente copia, efectuada por Fernando Rivera Zavala, fue
transcrita de otra, facilitada por José María Souvirón, a
quien un amigo del poeta se la remitió. Neruda aprobó su
texto y autenticidad, empleándose para reproducirla papel
del siglo xvii que perteneciera a don José Toribio Medina
y Zavala.
Así
sobrevivió Aquí estoy, pasando de mano en mano, circulando
entre bibliófilos y eruditos ya que no se publicó por ser impublicable.
O al menos así lo creía yo. Pero la historia es otra. Porque
sí se publicó. La bibliografía de Becco (1975), registra el
título bajo "obra dispersa" dando como serías de publicación,
París, 1938. Fue mi primera noticia de que el poema había sido
publicado. La segunda me sorprende más recientemente, cuando
revisando un catálogo de librero, de libros viejos, hallo un
libro con las señas consignadas por Becco que está en venta.
Lo pido y me lo mandan.
El
texto impreso, de gran formato (25 cm x 36 cm) y sin encuadernar,
no difiere de las versiones escritas a máquina. En la última
pagina hay esta nota informativa:
Este
poema de Pablo Neruda, titulado Aquí estoy, con viñetas
dibujadas por Ramón Gaya, fue impreso por amigos del poeta
en la ciudad de París,.durante el año 1938.
Después
de ver el libro, de examinarlo y de compararlo con otros impresos
de la época, y después de consultar con eruditos y testigos
de la contienda, después de todo eso, todavía no puedo llegar
a ninguna conclusión respecto de la autenticidad del impreso.
No he podido determinar si efectivamente se publicó en el 38
o si se trata de una edición pirata posterior. Me parecía más
valedera esta última posibilidad ya que no había aparecido ningún
otro ejemplar. Pero ahora, con el paso del tiempo, he constatado
que tampoco han ido apareciendo otros como éste, lo cual aminora
la- -posibilidad de una falsa edición reciente.
Lo
que me mueve a referir con tantos pelos y señales esta historia
bibliográfica es la ocasión de estar reunidos aquí en Cerdeña
los nerudianos más autorizados, así como la existencia de otro
documento, recién descubierto entre los papeles de Huidobro
en Santiago de Chile. Se trata del borrador de una carta del
38, año en, que se afirma fue publicado el Aquí estoy
parisino. En este documento Huidobro se muestra indignado por
lo que considera las nuevas intrigas de Neruda. La carta es
de octubre de 1938 y en ella Huidobro se dirige a un amigo de
confianza, identificado sólo con el chilenísimo apodo de "Poroto".
Veamos el comienzo:
Querido
Poroto: Veo por tu carta que las intrigas de la Banda Negra
y de su jefe el pobre Bacalao siguen su curso normal. Sabía
que había mandado verdaderas circulares llenas de calumnias
sobre mí no sólo a la Argentina sino también a Europa.
La envidia de ese hombrecito amarillo y aceitoso es algo que
llega a lo patético...
PABLO NERUDA
AQUI ESTOY
PARIS
1938
|
Y saltando un párrafo[2],
vemos lo que subyace en el fondo del asunto: la política. Neruda
no era entonces comunista, y Huidobro sí:
Soy
comunista y ellos no lo son. Lo soy a pesar de los virajes
y contra virajes del partido, a pesar de sus marchas y contra
marchas. A pesar de los pesares. Y por eso no caigo en éxtasis
ante los Frentes Populares ni ante las demagogias nacionalistas,
aunque las cante Dimitrof, su madre y su abuela...
Para
Neruda, "antifascista de corazón", Huidobro fue comunista,
eso sí, pero como dijera en alguna parte del poema Aquí estoy,
"un comunista de culo dorado".
Pero
la relación de ellos no siempre fue así, tan combativo y tan
acriminadora. Hubo un tiempo de tranquilidad, e incluso de
generosidad, una auténtica plataforma de amistad. Un momento
en que Huidobro, joven y triunfante, regresa a Chile; un momento
en que Neruda, como escritor de gran talento, se está dando
a conocer en Santiago. Es el año de 1925, después de la publicación
de Veinte poemas de amor y cuando Neruda está armando
su Tentativa del hombre infinito.
En
este momento Neruda ha sido nombrado director de la revista
oficial de la Asociación Profesores de Chile, Andamios,
armazón cultural tan práctico y tan encauzador como su nombre
lo indica. Neruda cambió el título y la orientación de la revista
a algo más aleatorio, más de avanzada: Caballo de Bastos.
Y es entonces cuando se dirige a Huidobro, recién llegado de
París, solicitándole colaboración:
Compañero
Huidobro: Ya Ud. sabe que pronto aparecerá Caballo de Bastos,
revista de avanzada. Como queremos publicar lecturas novedosas
le rogamos nos facilite algún fragmento de Cagliostro
que traduciremos apresuradamente. También quisiéramos poemas
o prosa de otros autores que Ud. puede señalarnos. Haga el
favor de buscarnos. Nosotros pasaremos en la tarde. Con
afecto. Díaz Casanueva y Neruda[3].
Generoso
y respetuoso el sentimiento de Neruda. Y también lo fue cuando
publicó Tentativa del hombre infinito (1926), ya que
el ejemplar destinado a Huidobro trae una dedicatoria: "A
Vicente Huidobro, con entusiasmo y alegría. Pablo Neruda."
Y Huidobro también fue generoso con Neruda en-ese entonces ya
que le incluyó en el Indice de la nueva poesía americana
(1926), importante antología de vanguardia con prólogos de Borges,
Huidobro y Alberto Hidalgo.
Larrea,
que andando el tiempo, sería blanco de otro poema difamatorio
de Neruda, la hiriente "Oda a Juan Tarrea", le incluyó
en Favorables-París-Poema, discreta revista de vanguardia
que dirigía con Vallejo. Apareció allí un fragmento de Tentativa,
y es otra vez Huidobro el punto de enlace. Resulta que Larrea
encontró el libro en casa de Huidobro, en París. Me enteré
de esto en el 78, cuando pasé unos días en Córdoba (la argentina),
revisando papeles de Larrea y conversando con él de su experiencia
literaria. Cuando tocamos el tema de Tentativa Larrea
me contó que fue por medio de Huidobro que primero supo de Neruda.
Dijo que Huidobro venía llegando de Chile en el año 1926, después
de separarse de su mujer. Cenando ellos solos en la casa en
París, Larrea comienza a mirar libros y revistas traídos de
Chile por Huidobro. Se encuentra con Tentativa; le interesa
por su novedad formal, y pregunta sobre el autor. Huidobro
le dice que el autor, Neruda, es un joven, un "romántico
de mala muerte". Esto no disuade a Larrea, quien le pide
prestado el libro para luego incluir un fragmento de él en Favorables-París-Poema.
Por supuesto Neruda ignoraba qué parte había tenido Huidobro
en todo eso y que todo provenía, que todo se deshilaba, de aquel
ejemplar que le había enviado "con entusiasmo y alegría".
Pero,
¿qué es lo que realmente pensaba Huidobro de Neruda en ese momento?
¿Qué opinión le merecía la poesía de quien había descartado
como "romántico"? -basándose seguramente en los Veinte
poemas de amor. Cuando finalmente leyó Tentativa,
en el mismísimo ejemplar que Neruda le dedicara, dejó nota de
su lectura, subrayando los versos que más le impresionaban.
Versos como:
estrellas
crucificadas detrás de la montaña...
atada
al cielo con estrellas de lluvia...
estrella
retardada entre la noche gruesa…
descienden
las estrellas a beber al océano…
Al
lado de todos puso "mío". Obviamente, lo que le llamó
la atención fueron las imágenes con "estrellas" y
aunque Huidobro no las creó, mucho le hubiera gustado el hacerlo
para poder considerarlas también "suyas"'. Pero no
son sólo éstas las imágenes destacadas. Hay otros versos como:
después
colgado en la horca del crepúsculo...
los
planetas dan vuelta como husos entusiastas giran...
yo
soy el que deshoja nombres y altas constelaciones de rocío...
Lo
que señala Huidobro en su lectura de Neruda resulta ser una
de las características fundamentales del libro así como de su
propia escritura vanguardista. Las imágenes de Neruda en general
son concretas y terrenales, mientras que las de Huidobro tienden
a ser abstractas y cósmicas. De modo que esta imaginaría sideral,
aunque no es de Huidobro, sí es de corte huidobriano.
O
sea, que para Huidobro, con su característica actitud olímpica,
de creador supremo, de "pequeño dios", Neruda sólo
podía ser o un "romántico de mala muerte" o un imitador.
Huidobro no podía admitir, reconocer la originalidad de nadie,
salvo la suya propia. Y cuando se enfrentó con algo original,
como es el caso de Tentativa, tenía que presumirlo suyo.
Así es como encontró sus imágenes, su propia imagen en esa poesía
vanguardista del joven Neruda. Y estos versos suyos, así subrayados,
tenían que haberle gustado. ,
Todo
eso pasó en los años de militancia vanguardista. En esos años,
ni Chile, ni el mundo, eran lo suficientemente grandes para
contener a ambos, a estos dos gigantes de la poesía. Sólo en
su madurez fue posible una reconciliación, una última tentativa
de hombres infinitos. Fue Huidobro quien tomó la iniciativa;
y fue Neruda, quien vivió más, el que la recordó. En sus Memorias
dice:
Huidobro
murió en el año 1948, en -Cartagena, cerca, de Isla Negra
[…]. Poco antes de morir visitó mi casa, acompañando a Gonzalo
Losada, mi buen amigo y editor. Huidobro y yo hablamos como
poetas, como chilenos, y como amigos.
Y
fue así –“como poetas, como chilenos, y como amigos”- como se
aproximaron estos dos grandes, al comienzo; y al final.
De costa,
René. “XVIII. El Neruda de Huidobro”. En: Nuevas aproximaciones
a Pablo Neruda, Ángel Flores (comp.) pp. 273-279.
[1] Abordé el tema desde otra perspectiva y con
menos información cuando el Simposio sobre Vicente Huidobro
y la vanguardia, realizado en la Universidad de Chicago
en abril de 1978. Véase mi "Posdata: Neruda sobre Huidobro”
en las Actas publicadas por la Rev. Ib.
núms. 106-107 (ene-jun, 1979), pp. 379-386.
[2] El texto completo de este borrador está reproducido
en mi Vicente Huidobro: The Careers of a Poet (Oxford,
1984), p. 171 y también en la versión castellana del mismo
libro: Huidobro, los oficios de un poeta, México, Fondo
de Cultura Económica, 1984, pp. 108-109.
[3] Carta inédita en el archivo de la familia Huidobro
en Santiago de Chile.